Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires; XIII Jornadas de Obstetricia y Ginecología; 16 al 19 de Mayo de 1994, Bs. As.-Argentina
Este artículo compendia algunas ideas que expongo en un ensayo con el mismo nombre,y que forma parte de un libro en preparación.Las tesis que desarrollo fueron discutidas en el Foro de Psicoanálisis y Género en 1996 Texto editado por la Revista Topia Año 7, Nº 21, Nov 1997
Cuando una mujer asiste a una consulta ginecológica, lo hace incluyendo en ella a sus fantasmas, prejuicios, creencias y tabúes adquiridos a través de las prácticas sociales; la cultura ejerce su eficacia durante toda la vida de la mujer y sus contenidos formarán parte de la construcción de la subjetividad denominada femenina.
Además de su necesidad de asistencia, estarán en juego sus deseos inconcientes, o sea que: a su realidad actual será conveniente aditarle no solamente las huellas de experiencias y convicciones concientes sino también un plus de incógnitas, de anhelos desconocidos para ella misma.
Los ginecólogos son los profesionales que se ponen en contacto con un concreto de la sexualidad de la mujer: su zona perineal; y con una porción significativa del interior de su cuerpo, a través de la vagina. No desconocen que la sexualidad de esa mujer estará impregnada por los efectos de su edad, de su etnia, de su medio social, de su historia personal.
Lo que no siempre resulta explícito es la situación paradojal en la que suele efectuarse dicha consulta: por una parte, el profesional supone que se encontrará con una mujer (de acuerdo con lo que haya aprendido que es una mujer ) pero al mismo tiempo -y por lo general- esa mujer no sabe quién realmente es, ya que, colonizada por pautas convencionales, probablemente actúe de acuerdo con lo que cree que le corresponde, sin haber podido hacerse cargo de lo que ella piensa y siente acerca de sí misma. Este es uno de los problemas mayores dentro del estudio de género y en nuestro caso remite específicamente a la relación sexualidad-conciencia del género mujer.
La resignificación del sujeto mujer, a través de los estudios de género, ha conducido a una revisión de las teorías tradicionales o clásicas en su dimensión sexual, es decir: entendiéndola como sujeto de deseo y al mismo tiempo releyendo las calificaciones que se adhirieron a su anatomía y fisiología. Lo que, a su vez, conlleva la redefinición de lo que entendemos por sufrimiento en este campo.
Este trabajo incluye temas desarrollados en los grupos de estudio formados por ginecólogos y pediatras. También conceptos utilizados en los grupos de estudio acerca de Erótica. Ha sido preparado pensando que la audiencia estaría compuesta preferentemente por médicos.
La zona perineal: ¿región de la reproducción o del placer?
La región perineal puede ser vivida según un mecanismo disociativo, de acuerdo con la percepción que de ella tenga cada mujer, acompasado con los contenidos de su imaginario personal que, como sabemos, no es ajeno al imaginario social. A cargo de este último queda la división tradicional que forma parte del horizonte cultural de las mujeres occidentales:
1. el periné sacralizado en función de parir y
2. región descalificada por la presencia de la menstruación.
A lo que debemos añadir que la concepción del placer en nuestro medio suele estar regida por cánones masculinos en lo que hace a rendimiento y expresión de lo femenino . De allí que recién en estos últimos años haya salido a la luz el producto de las investigaciones que dejó a la vista el porcentaje de orgasmos y placer que las mujeres reconocen cuando son entrevistadas personalmente: el dato más significativo correspondió al área de la ficción, es decir, fingir un orgasmo inexistente. ¿La razón? Dejar conforme al varón y al mismo tiempo no aparecer ante él como frígida. Del mismo modo que la imaginada frigidez ingresaba en el área de sus creencias referidas a su propia sexualidad, es decir, autodefinirse como frígida o indiferente, en vez de revisar las técnicas que la pareja jugaba en sus prácticas sexuales. Este dato corresponde a la complacencia como síntoma mayor expresado por el ejercicio de la sexualidad femenina.
Por otra parte pero añadiéndose a los elementos que propuse anteriormente, es preciso considerar que desde los presocráticos, pasando por Platón, Aristóteles, Hipócrates y Galeno , el cuerpo de la mujer fue considerado incompleto, además de serle reconocida como función mayor la de contener el semen destinado a la procreación. La tesis de la incompletud adquirió vigencia a través de los textos freudianos pero, más allá de su escritura, el éxito de esta concepción se debió y se debe a los profesionales, hombres y mujeres, que desde distintas ópticas y con distintas argumentaciones la sostienen como válida. Este posicionamiento adquirió eficacia a través del ejercicio de los psicoanálisis y psicoterapias y la divulgación, reforzando la tesis presocrática que ya contaba con adeptos entre los referentes de las ciencias médicas.
Por otra parte las diferencias anatómicas y funcionales de la zona perineal no cuentan con nombres que circulen dentro de los discursos cotidianos, si exceptuamos el lenguaje que forma parte de las denominadas malas palabras, utilizadas en forma de insulto. Por ejemplo, el clítoris, designado específicamente en el área del placer, es un ausente mayor del lenguaje cotidiano . Otro ejemplo: después de arduas intervenciones en los medios de comunicación y en los jardines de infantes, se logró que las niñas aprendieran a denominar sus genitales pero nos encontramos con que toda niña tiene «vaginita» sin la menor alusión a su vulva, que es el lugar al cual tienen acceso .En síntesis, el género mujer dispone de un nomenclador escaso y deficiente de su anatomía y su fisiología, especialmente aquel que remite al placer sexual.
Entonces, desde niña, carecerá del ordenador que ella precisa para organizar alrededor de su zona vulvar las temperaturas, cosquilleos y humedades que corresponden a distintas etapas de su maduración psicosexual. En cambio, irá aprendiendo que esa región será importante «cuando sea grande» y pueda relacionarla con la anatomía del varón y con la producción de hijos, Carente de autorización para el disfrute de los placeres previos que se sintonizan durante la infancia, tampoco le resultará fácil simbolizar su propia idea acerca del placer. Si bien las explicaciones, enseñanzas y verbalizaciones no son suficientes para la introducción del tema en los procesos psíquicos regidos por fantasías, también corresponde tener en cuenta que las explicaciones remiten a un orden simbólico que, representante de distintos aspectos de la cultura, puede facilitar el atreverse a preguntar o investigar, más allá de las propias inhibiciones.