Editado en Clarin, 24 de marzo.
Por Eva Giberti
Otra vez el 24 de marzo, pero en esta oportunidad el marco histórico es nuevo. Aunque se mantengan, tibios o incandescentes, los recuerdos de quienes transitamos aquellos años, la comunidad podrá asistir a la presencia de otras memorias; no serán solamente los libros, las películas y la apertura de algún recinto que antaño fue transformado en centro de detención ilegal. Será el anuncio de la creación de un museo.
Merced a eso, asistiremos a la inauguración de una narrativa que propiciará la deliberación moral de cada uno y el intercambio simbólico entre quienes participamos de aquellos días y aquellos que aún no habían nacido. O que siendo niños hoy están a cargo del relevo generacional.
Será mucho más que un museo: el antiguo edificio de la ESMA abre la memoria testimonial, que es uno de los soportes de las tradiciones culturales.
El 24 de marzo había generado un horizonte de pertenencia creado por las luchas de quienes no retrocedieron y transformaron el reclamo de justicia en un bien inalienable. La conmemoración anual alentaba el diseño y la permanencia de esa página histórica; pero más allá de sus deseos o proyectos, las construcciones discursivas tienden, involuntariamente, a normalizar los hechos al integrarlos en los recuerdos ordenadores que proceden por fechas, por épocas culturales y por diagnósticos.
Precisamente por eso siempre es necesaria la presencia alertante, desordenante (creadora de otro orden) del grito, de las lágrimas, de las sentadas y de las movilizaciones. De lo contrario, lo que para algunos desorientados se infiltra en la tradición de cada 24 de marzo es un criterio tenue de la justicia y un ronroneo estético a favor de la reivindicación de las víctimas.
Dar cabida a un museo significa intentar convertir esa zona del terror insigne en un área destinada a la cultura del trabajo por la memoria.
Asistimos al proceso que conduce a la construcción de nuevas valoraciones fuertes, es decir, a la decisión de ligar los aberrantes hechos del pasado con un ideal de justicia que ahora encontró su espacio moral en un espacio urbano; si bien el proceso lleva años de iniciado y sostenido, su fortaleza (que un inmenso caudal de población sostuvo) incluye ahora un nuevo recorrido orientado hacia los valores que los derechos humanos propician y declaran.
Claro que sin gente que los reclamase y sin poder que los reconociera no hubiera sido posible avanzar dando paso a los testimonios de la historia, más allá de las fotos de los desaparecidos, de las narraciones de los sobrevivientes, de las experiencias de los presos políticos y de sus familiares y de la presencia de los hijos recuperados.
¿Cuáles fueron los efectos de todas esas historias en las subjetividades de quienes habitan la nación? Obviamente, no es sencillo saberlo. Pero lo que en este 24 de marzo se habrá podido sumar es el valor ritual de conmemorar un aniversario que apela a la memoria de aquellos cuyos derechos fueron avasallados y al recuerdo del poder que organizó el horror delincuencial y la catástrofe económica del país. Es una conmemoración también gestada desde otros lugares ajenos a la melancolía y apuntalados por los quiebres serpenteantes de los discursos de aquellos que son inmunes al reconocimiento de su responsabilidad durante el terrorismo de Estado.
La construcción del Yo de cada sujeto no es ajena, más aún, no existe, sin la trama que lo vincula con lo que considere moralmente significativo, para lo cual precisa contar con referencias capaces de orientarlo, que es lo que pretenden anular u omitir quienes insisten en que «no hay que mirar hacia atrás; si queremos pacificar es preciso mirar al futuro».
Esa es la estrategia destinada a impedir o interceptar la creación de esa espacialidad moral de la que hablo y que ahora incluye un museo.
Sin duda, esta nueva conmemoración del 24 de marzo inquietará y generará oposición en quienes prefieran quedar sumergidos en la tibieza fermentada de quien sostiene que «mejor es olvidar». Otros pensarán que sería preciso dinamitar el predio y otros discutirán cómo mantenerlo a partir de ahora. Serán diferentes evaluaciones ante la misma fecha que, como novedad, se encontrará asomada a otro paisaje para los recorridos éticos.