Niñas en la calle

Ellas aparecen repentinamente, como si fuesen imágenes de un libro ilustrado por la mano de la pobreza. Se asoman a la ventanilla del auto  que se detuvo en un semáforo o gambetean entre los vehículos de una avenida enarbolando el pequeño ramo de flores que esperan vender.

Algunas de ellas saben que el comprador las invitará a subir, y también saben para qué. Las chicas de la calle trabajan como pueden y en lo que pueden; aprendieron cuánto cuesta comer y encontrar un lugar para dormir. Algunas tuvieron una familia que las despidió del hogar común cuando calcularon que   podían  subsistir por su cuenta.
Otras arrastran parte de su familia por las calles: llevan de la mano al hermanito que no tiene quien lo cuide, y lo sientan en el cordón de la vereda  mientras ellas limpian parabrisas u ofrecen paquetes de pastillas al transeúnte.
A veces podemos rastrearlas en los hospitales, cuando una infección las asusta porque “no se les pasa sola”, como ellas dicen. Entonces descubrimos que alguien las contagió al utilizar su cuerpo de niña como reservorio de su  peste sexual. Otras veces les preguntamos si quiere comer, y sonríen , porque prefieren “un marrón”, el billete de diez pesos con el que pueden elegir ellas mismas lo que van a comprar: un alfajor para el hermanito y pegamento para inhalar cuando ellas tengan hambre.
No falta el o la idiota que se les acerca para preguntarles “¿Nena, vas a la escuela?”intentando traducir su interés por ellas.
Las chicas de la calle no pueden ir a la escuela; y no es fácil que algun   establecimiento las reciba si se enteran que vienen de la calle.Saben ganarse la vida, defenderse de los pibes más grandes que pueden quitarle el dinero y también son capaces de correr velozmente cuando la yuta llega a buscarlas.
Las chicas de la calle son vulnerable de toda vulnerabilidad: su tránsito a la pubertad está marcado por el embarazo no deseado, y cada uno de sus días las expone a una violación. Difícilmente titubean cuando se les ofrece pasar droga a cambio de dinero o de surtirlas a ellas mismas con el producto que transladan. Si no logran su autonomía de tránsito  por las calles, que constituyen su hogar y su mundo, se arriesgan a la servidumbre  de un explotador.
Tienen amigos, chicos como ellas, que a veces las defienden; de lo que carecen es del derecho a la niñez.Las chicas de la calle, además de la violencia que la pobreza les impone, sobrellevan el abuso que algunos representantes del genero masculino, chicos o adultos, ensayan contra ellas porque son mujeres.
Eva Giberti .Revista CHICOS DE LA CALLE Nº 2. Municipalidad Bs. As.1998