La resistencia contra la represión

Sintesis del artículo publicado en la Revista Feminaria,Año IX., Nº 17/18, 1996

Un análisis de la vida de las mujeres que durante el período 1976 / 1983 padecieron la represión que caracterizó esa época de nuestra historia es tributario de los aportes de la teoría feminista y puede beneficiarse con la inclusión de conocimientos psicoanalíticos.
Es innecesario recordar que no cabe conceptualizar suponiendo que existe un discurso capaz de explicitar el tema, o un tipo de mujer que responda a la descripción posible. Por su parte,la idea de victima exige una ontologización refinada, por tratarse de una palabra que ,para quienes alternamos con víctimas de la represión o atravesamos por situaciones de victimización , remite a un hontanar de experiencias múltiples.
La producción de un texto de esta índole reclama un análisis previo acerca del debatido tema de la diferencia ; en este caso,las diferencias y las similitudes que existen entre los discursos de las mujeres que pueden testimoniar acerca de la represión en nuestro país.Si bien producen declaraciones y escrituras diversas, entre todas configuran un campo discursivo que podría articularse con lo que otras mujeres, en otras latitudes, también narraron.
Aunque sus palabras figuren en los documentos oficiales , en ellos no se sitúa (por lo menos no de modo suficiente para mi criterio) la distinción de género como no sea para centrarse en el cuerpo victimizado, es decir, manteniendo como horizonte el agravio al pudor en tanto figura jurídica. Agravio sin duda más que agraviante y que además se comparte con el género masculino; pero el transfondo que los imaginarios sociales sugieren , remite ,de manera predilecta, a la imagen de la violación, de la mujer desnuda para ser torturada o de la mujer que pare en los campos de aniquilamiento.
Un riesgo conocido reside en adherir a las impromtas de la cultura que se encarga de significar qué es una mujer signándola de acuerdo con las características de su cuerpo, puesto que en él se marca de modo imaginario la diferencia. Pero esa marcación , que es simbólica e imaginaria, fuertemente asociada con los que se denominan dispositivos de poder , tiene referentes concretos en la cultura cuando se trata de mujeres; gesta modos de producción de los significantes que dirigirán las actividades del genero , privilegiando su corporeidad. Por ejemplo, durante la dictadura, una pregunta insidiosa que difundian los medios de comunicación , dirigida a las madres, era : ¿»Ud.sabe dónde está su hijo ahora?» .De este modo la maternidad guardiana y vigilante (obviamente pensada desde la anatomía femenina) adquiría categoría de lugar de cierre de sentido para las mujeres. Se trataba de una dimensión significante cuyos efectos, como marcas imaginarias , reforzaban las creencias y los prejuicios acerca de la mujer-madre .
Un aspecto perverso de dicha pregunta residía en que, efectivamente, muchas madres sabían dónde estaban sus hijos : en poder de la represión. Y cuando ellas intentaban localizarlos, eran, justamente los represores, los que le negaban el paradero y el destino pevisto para ellos.
Sin embargo, el deseo inconciente y el conciente, sostuvieron a mujeres cuyas conductas, psicoanalíticamente interpretadas, se construían en la falta y la ausencia concreta del otro, el familiar detenido o desaparecido.
El deseo en tanto construcción psiquica, y la progresiva conciencia de sus derechos por parte de estas mujeres, así como su decisión de defender a sus seres amados , habló por las bocas singulares de mujeres adolescentes, ancianas , jóvenes y maduras. Blancas, mulatas, aborígenes, cabecitas negras. Empleadas, sirvientas, amas de casa, profesionales. Casadas, viudas. solteras, concubinas y divorciadas. De mujeres que crecieron en una clase media, de aquellas que llegaban del monte tucumano, de las villeras, de las religiosas, cristianas, judias , agnósticas y evangelistas. De las que apenas sabían firmar y de las que habían escrito varios libros.
Voy a referirme las mujeres que , en libertad, buscaron a sus familiares desaparecidos y a aquellas que los acompañaron mientras fueron presos o presas encarcelados por motivos politicos. E incluiré un breve testimonio de una militante de un partido político que recurrió a la lucha armada y estuvo presa durante ocho años. Todas ellas inscriptas en el orden de la memoria , y al mismo tiempo en riesgo de ser olvidadas, si no se construye un horizonte de historias de vida junto con los relatos- convertidos en novela y narración- de quienes pueden contar cómo se enfrentaba a los represores fuera de la cárcel y de los campos de detención clandestinos , y también dentro de las cárceles.Ya fuese desde la militancia en partidos políticos, o desde las organizaciones de Derechos Humanos, o desde la intuición surgida del anhelo de justicia.
El ejercicio de la memoria es una de las responsabilidades del feminismo:¿»Cuáles son las mujeres que, borradas o ignoradas por la historiografía tradicional queremos hacer emerger?» se pregunta Annarita Buttafuoco para añadir que nuestra búsqueda tiende a reencontrar las huellas reconocibles, por afinidad o experiencia, con las nuestras y por lo tanto, proponibles al conocimiento. Esta afirmación es significativa cuando nos referimos al tema que nos ocupa.
¿Cuántas y cuáles serán las mujeres dispuestas a reconocer y elaborar en forma de memoria y construcción de textos, las huellas y las experiencias que en ellas produjo la represión?¿Cuántas y cuáles las que sin haber atravesado por detenciones , exilios o pérdida de familiares y amigos querrán ocuparse de narrar la historia de aquellos años? Buttafuoco, que comienza a escribir su artículo recordando la Liberación del fascimo en Italia, solicita definir el problema político del feminismo que remite a los requisitos que precisa poner en práctica para «hacer emerger del limbo a las mujeres del psado», para definir y legitimar » nuestra imagen , nuestra identidad»
1976
La vida psíquica y la social no son disociables. El psiquismo late con el ritmo de los significantes que las prácticas sociales le sugieren .(Por supuesto,innumerables mujeres y hombres se ocupan de que esos significantes solo les sugieran indiferencia o adhesión a los modelos propuestos por los grupos que hegemonizan el poder)
¿.Qué sucedió en 1976 con las prácticas sociales ? Se asaltó al Estado de derecho, se impusieron las leyes de mercado propiciadas por los Chicago Boys, se arrasaron los cuadros partidarios y se pasó a degüello el proyecto nacional que incluía las demandas planteadas por las luchas populares . Toda actividad que las fuerzas de seguridad y los ideológos que las sostenían, supusieron que era ajena al «ser nacional» , como el arte de vanguardia, el teatro contemporáneo o la enseñanza de la matemática de acuerdo con un nuevo modelo, fué considerado peligroso. De este modo se definió al enemigo según la concepción del que se había transformado en poder hegemónico.
Operación simbólica y fantasmáticas
¿Quiénes son las mujeres sobrevivientes de la represión ?¿Qué significa haberlo sido?¿Qué se espera de ellas?¿Cuáles son los efectos de la represión en la totalidad de sus vidas? ¿ Cuál es su papel en la actualidad?
¿Hablamos de las que fueron torturadas, violadas?¿Hablamos de las que fueron encarceladas ? ¿ Nos referimos a las que parieron en los campos clandestinos de detención y fueron desposeídas de sus bebes? ¿O enumeramos los nombres de las que fueron fusiladas a mansalva?
¿Enunciamos las historias de aquellas que perdieron a sus maridos, a sus hijos, a sus nietos, a sus amigos?¿A las que les dinamitaron las casas y les destrozaron y robaron sus bienes?¿ Describimos los recorridos interminables de aquellas que debieron rastrear a sus familiares por las comisarías y las cárceles sin lograr información alguna?
¿Recordamos las peripecias de quienes visitaban a sus familiares en las cárceles situadas en los lugares más inhóspitos del país?. ¿ O nos limitamos a contar cómo se ganaban la vida las que se exiliaron y trabajaron como mucamas, cuidadoras de niños y niñas, o como maestras, o como lo que se pudiera conseguir?
El permanente acosos psiquico y un modelo de agrupación
Freud en su primera metapsicología se refiere a una vivencia de terrorfrente a estímulos externos que impactan en el aparato psiquico produciendo una excitación dolorosa. Apunta a estímulos excesivos que sobrepasan la posibilidad de ser tramitados por el psiquismo. Y a los estímulos que surgen de la propia vida pulsional asociados con angustia, miedo,trauma, de manera tal que el exceso doloroso también proviene del interior del sujeto.
Esta sobreabundancia de estímulos desborda las posibilidades de tramitación por parte del aparato psiquico ( que actualmente denominaríamos aparato significante) , y coloca a la persona en situación de permanente acoso , de modo que se siente atacada y perseguida, exigida para defenderse no sólo de lo que ocurre en el exterior, sino del propio miedo que acompaña durante todas las horas del dia. No es posible huír ni lograr olvidarlo. Lo cual no necesariamente produce paralización : la evidencia la tuvimos durante los años en que resistimos agrupándonos, aún de modo desorganizado.
Las características de este modelo de agrupación, espontáneo, horizontal, con liderazgos alternativos y conformado por personas abrumadas por problemas personales que incluían riesgos de vida para ellas ; y que eran el resultado de la persecución sufrida por sus familiares (también corriendo riesgo de muerte), reclama un análisis pormenorizado desde la perspectiva de la formación de grupos y movimientos. El proyecto de analizarlos excede las posibilidades de este artículo.
La índole del trauma era de doble entrada y múltiple efecto : detención y o desaparición de algún familiar, por una parte. Y por otra, el clima represivo que invadía al país en general y que afectaba todos los órdenes de la vida (Exceptuando a quienes estaban conformes con la dictadura).
La interrupción de los vinculos intersubjetivos (con los familiares) producidos de modo aterrorizante ( secuestros y violencias físicas sobre aquellas personas que eran detenidas ante la vista de vecinos y familiares), y la imposibilidad de obtener noticias de acerca de ellos, o de encontrar defensores para los presos políticos (que los hubo y valiosos,pero insuficientes en cantidad y en posibilidad de intevenir; algunos de ellos desaparecidos) , producían confusiones que incrementaban la potencia del trauma. Así se comprimían o trituraban las posibilidades de organización psiquica .
Por momentos parecía que las intervenciones ordenadoras ymediadoras del preconciente – encargadas de establecer contacto con el propio Yo y con la situación traumática- en algunas mujeres no lograban responder a los estímulos de la realidad externa ; a veces, se expresaban de manera agresiva o insultaban a los guardias de las cárceles entrenados en provocar , o a los paramilitares o uniformados que se llevaban a sus familiares, como si ellas tuviesen necesidad de «hacer» algo que consideraban más concreto que organizarse para responder en forma conjunta a las violencias de distinta índole que las fuerzas de seguridad ejercían sobre nosotras.
El hecho se podía advertir en las visitas a las cárceles, ante el sistemático hostigamiento de los guardianes y requisas. Como si algunas mujeres esperaran que los discursos de ambas partes pudiesen llegar a compaginarse, sin aceptar que no solo se trataba de dos lógicas diferentes las que estaban en juego, sino irreconciliables, una de las de las cuales era instrumentada por un enemigo poderoso .
Como efecto de esta trituración ejercida sobre las intervenciones mediadoras del preconciente, combinadas con las características del trauma y la creciente desesperanza acerca de los detenidos desaparecidos, no era extraño que en algunas mujeres surgiesen síntomas orgánicos, psicosomáticos o mecanismos de represión psiquica como formas de enfrentar o procesar el estímulo excesivo y peligroso.
Dejo constancia de la diferencia entre quienes buscaban a un familiar desaparecido y quienes lo visitábamos en una cárcel. Si por momentos generalizo se debe a que cuando conversábamos unas y otras, reunidas por diversos motivos los efectos del trauma ,aún teniendo orígenes distintos se anudaban en el mismo desasosiego. Es pertinente diferenciar entre quienes buscaban a sus familiares,incluídos en la categoría de desaparecidos,y quienes se ocupaban de los presos politicos(algunos de los cuales atravesaron previamente por un proceso de desaparción para ser posteriormente «blanqueados».
Las mujeres que buscaban a sus familiares enfrentaban un «test de realidad» como sostienen M. Kijak y Marilú Pelento ya que, por una parte deben retirar su libido del ser amado, por «suponerlo muerto» y al mismo tiempo continuar libidinizándolo porque «podrìa estar vivo»; ambas instancias operan , sucesivamente, como describen los autores, exponiendo al aparato psíquico » a un alto grado de desestructuración »
Hasta aquí una visión clásica de la teoría psicoanalitica. Pero lo que protagonizaron las mujeres de la resistencia fué otra forma de tramitar el terror, la cual se podría asociar con lo que Lacan describe: «actuar es arrancar a la angustia su certeza» (si bien se refiere a la práctica psicoanalítica individual) Fueron las diferentes maneras de proceder las acciones y las decisiones que, motorizadas por un nuevo modo de desear (tal como lo describo más adelante) nos permitieron reproducir lo que otras mujeres,en otros lugares del mundo, seguramente ya habían llevado a cabo : generar respuestas que, sin renegar del gemido , desarticulaban algunos de los efectos del terror totalizador que nos habían impuesto, al mismo tiempo que desconcertaban a los represores.
El falo no representa la totalidad del mundo
En el imaginario social de aquella época la audacia y la valentía que era preciso poner en juego cada día, formaban parte de los valores masculinos .
Ensayar estrategias arriesgadas como volantear en alguna calle, pasar información a los presos acerca de lo que ocurría con los militantes que permanecían libres , parecía-para quienes no estaban entrenadas en militancia alguna-pertenecer al orden fálico . Paulatinamente fuerondescubriendo que el falo de la represión tenía todo el poder, pero no representaba la totalidad del mundo.
Era preciso reposicionarse y transladar los propios pensamientos y creencias desde la tradicional admiración que la mujer «debe» sentir hacia el varón – de acuerdo con el modelo convencional- hasta la posibilidad de reconocer a los represores como enemigos que tenían características singulares : ser varón una de ellas. Lo que implica una autorización para ejercer violencia y un narcisismo de género para disfrutar de su supuesta superioridad. Ninguna de las dos modalidades entendidas como esenciales, sino construídas históricamente mediante las sucesivas articulaciones de campos discursivos.
Para las mujeres sin experiencia politica ( no puedo generalizar, me refiero a algunas ) reconocer a un enemigo al que correspondía definir como político en la dimensión de destructores de una nación y violadores de los derechos humanos , demandaba una corrección de sus convicciones acerca del varón en tanto ser superior y protector. Aunque no ignoraran las tropelías que pueden cometer algunos varones, ese conocimiento se reducía a suponerlos excepciones o bien a asumir su existencia resignadamente.
Para muchas mujeres fué preciso rehacer su realidad psiquica o sea, las diversas significaciones que cada cual otorga a los hechos y que se registra como si fuera «la realidad» por lo general tiene intensa relación con la realidad externa, pero en ocasiones se diferencia de ella, permaneciendo , no obstante, como la » «única realidad» para una persona.
La gravedad de lo que sucedía con los detenidos se acoplaba con la superposición que se presentaba en algunas mujeres acerca de quién era el enemigo. Las familiares debían arrasar con sus formaciones superyoicas adheridas a la que se denomina la ley del padre, que, justamente, en esta oportunidad, se declaraba a si mismo como un padre asegurador y confiable (las fuerzas de seguridad), dispuesto a tutelarlas y defenderlas de la «subversión»(en la que en muchos casos militaban sus seres queridos). (El superyo no es lo mismo que el superyo paterno: se trata de lo que se aprende acerca de los varones en relación con el padre, pero no de lo que el padre sea.)
Admitir que los varones que estaban en el poder instalaban el terror no sólo al servicio de un proyecto político-económico que subordinaba a hombres y mujeres , sino que también su filosofía de vida implicaba poder sobre las mujeres a las que sólamente concebían como esposas y madres, arriesgaba producir una paradoja en aquellas que intentaban rescatar a su familiares. Era imposible generalizar acerca de la histórica hegemonia del poder masculino, teniendo en cuenta el estado de victimización al que los familiares habían sido sometidos
La realidad psíquica se reformulaba o se contracturaba, pero difícilmente se mantenía tal como había sido construída antes de la represión, exceptuando, como lo desarrollaré luego, la convicción respecto de la subordinación de la mujer hacia el varón.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *