Para Imago, Nª 194 Verano 2016
Por Eva Giberti
“El argumento de fondo que impulsa la adopción de leyes penales especiales en esta materia es que la violencia contra las mujeres no solo afecta la vida , la integridad física, psíquica o la libertad sexual de las mujeres sino que existe un elemento adicional que se encuentra dado precisamente por la discriminación y subordinación implícita en la violencia de que ellas son víctimas.”
Patsilí Toledo Vázquez, Consultoria para la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. México.
En los textos que se ocupan de feminicidio se comienza, habitual y ordenadamente – como precisión histórica necesaria -con las citas que convocan a lxs autorxs que iniciaron los análisis del tema.
Análisis que se contextualiza con la enunciación de las características de los sistemas patriarcales/machistas/capitalistas/coloniales que constituyeron entorno y soporte material y psicológico de la historia de las mujeres e ilustran los imaginarios sociales de las comunidades ; se simplificaria afirmando : el género mujer siempre sobrellevó violencias de toda índole. Un “siempre” abarcativo que se sumerge en los mitos de origen y persiste en las pornografias actuales que incluyen el despedazamiento de los cuerpos de las mujeres1 que simbólicamente preanuncia el femicidio. Cerramos o abrimos las discusiones remitiendonos al patriarcado que de este modo ,como dato princeps inicial , puede transformarse en un obstáculo epistemológico para discernir sus elementos, sus mecánicas , sus claroscuros y su futuro.
El patriarcado se torna necesario para los varones (no todos pero en multitudes) como pertenencia a una iglesia cuyas canonjias diseminadas en privilegios necesitan como soporte político de sus fantasias grandiosas y de sus actividades dominantes sobre la vida y la muerte.Las mujeres no formamos parte de esa iglesia, tenemos nuestras propias catedrales.
Cuando producimos textos referentes al feminicidio comenzamos por el último momento de estos análisis que corresponden al juicio ético-crítico negativo con respecto de los sistemas sociales perversos que pueden pensarse como causales de este delito. Iniciamos los textos a partir del juicio ético-crítico fogoneado por la indignación, la impotencia y el reconocimiento del hecho político que el femicidio abarca y dinamiza.
Quienes sobrevivieron al intento de feminicidio – asi como aquellas que sobreviven a la violencia familiar y a las violaciones – se han convertido en voceras que denuncian ,demandan e interpelan a quienes aún no han reaccionado, tal como podemos verlo en los medios de comunicación cuando las víctimas postergan el pudor para contar lo sucedido. Constituyen un momento intermedio en el análisis de los feminicidios: son “las que pueden contarlo”. Y esperan la solidaridad e intervención social y comunitaria.
De ese modo se lograria aquello que Dusell denomina “alternativas dialécticamente posibles que se construyen con factibilidad anticipada y afirmativa ,como ejercicio de la razón utópica”2.
Entonces se podrian implementar y crear normas , acciones, instituciones y sistemas : en este punto estamos, cuando aún persiste la negación de la especificidad del delito , las dudas , la curiosidad acerca de sus lógicas, de sus modalidades , la caracterización de sus estilos, las notorias complicidades jurídicas, policiales ,el compromiso de los imaginarios sociales y la persistente impunidad de los homicidas3.
Una apertura y extensión de los múltiples análisis nos autorizaria a incluir a lxs hijxs de las víctimas como testigos sobrevivientes, residuales de orfandad criminalmente adquirida.
Sumándonos a las múltiples conceptualizaciones podriamos añadir que es una construcción social delictiva con significatividad específica encarnado en el odio encubierto a las mujeres y la pavura que ellas suscitan en un universo de varones ,asi como el disfrute que incorporan en dicho universo: Con uno que mata ¿cuántos otros gozan?
Las enunciaciones necesarias para describir y clasificar hechos, procedimientos y distintas formas de victimización toman en cuenta el racismo, las condiciones socioeconómicas, las edades de las víctimas , la nacionalidad (mujeres migrantes),la condición como personas LGBTIT4 y las variables comprometidas medularmente como el narcotráfico, el crimen organizado (trata y tráfico con mujeres) y la violencia familiar. Es decir, un enclave político del feminicidio.5
El acto ético como propuesta
“(…)podemos decir que la limitación a los significantes cargados de significados preexistentes obliga a la sociedad a pensar y a pensarse con categorias que son el producto de las mismas relaciones de poder que pretende superar.” PULEO A.:La violencia de género y el género de la violencia, en el Reto de la Igualdad de Género,ed.Biblioteca Nueva Madrid, 2008
Se trata de avanzar, como se viene sosteniendo desde los feminismos, en una teoría crítica de la sociedad (actualizada) que se ocupe de las relaciones entre los géneros globalizados y posglobalizados. Para lo cual precisamos abrir otro canal: hoy se mata en otro mundo. Es un mundo en el cual los transgéneros están en superficie y los dualismos bipolares han caducado. O sea, cuando se afirma “un hombre mata una mujer” se mantiene esa polaridad convencional que la presencia de las subjetividades e identidades de los transgéneros han desordenado. No obstante, al decirlo de ese modo incorporamos, en la semiosis social, mediante ese estrechamiento discursivo (el que produce la bipolaridad), el giro lingüístico claro y rotundo: un hombre mata a una mujer. Es la palabra compaginada para que nos escuchen. Lo llamaremos asesino, por convención semántica. Pero no se trata de asesinar, sino de matar mujeres, que no es un giro lingüístico intercambiable con mentar el asesinato.6
Entre las discusiones posteriores al inicio del tema cabe incluir las muertes de mujeres producto de acciones y omisiones que no necesariamente constituyen delitos, son conductas que no pueden ser imputadas a una persona determinada sin perjuicio que puedan considerarse violaciones a los derechos humanos por incumplimiento de las obligaciones del Estado (niñas que mueren por desnutrición selectiva, muerte por enfermedades típicamente femeninas,etc.) y que salvo la existencia de una persona responsable, no configuran delito7.
Las distintas corrientes de ciencias sociales avanzan en la enunciación de todo aquello que podria considerarse femicidio pero la turbiulencia se produce cuando es necesario incorporar el derecho penal, ocuparse de la sanción al feminicida y describir el delito asi como encontrar las pruebas .Entonces las voces desentonan.
Femicidio que produce espanto, indignación, impotencia que ahora no busca ser negando sino localizado en superficie, a la vista ,escuchado y comentado. Los niveles de soportabilidad social frente a este tema ,al decir de Scribano8, se modifican al incluir un parámetro que corresponde a la exigencia de una legislación como forma de evitación del dolor impotente. No obstante “matar mujeres” en tanto reacción masculina pareceria formar parte de lo habitual como algo que podria soportarse por ser inevitable.Se incluye el matar mujeres trans y en dicha circunstancia ignoramos de qué modo la piensa,la imagina,la evalua el homicida .
Logramos que el derecho penal incluyes al feminicida con identidad propia: disponiamos de filicidio, magnicidio, parricidio, uxorcidio (uxor, esposa,pero implicaba matrimonio) y ahora femicidio podria acoger a todas y a cualquier mujer. A pesar de lo cual, la impunidad del feminicida constituye un punto de inflexión característico de este delito, como si la mística de la virilidad se impusiera en los ámbitos tribunalicios. Al decir de Celia Amorós ”la virilidad es una idea-fantasma reguladora de los comportamientos de los varones” que “requiere una confirmación de los pares y consiste en una imagen alterada y alienada pero siempre sumamente valorada”.
El acto de reconocimiento que impone el derecho penal no es todavia un acto ético propiamente dicho9.El acto propiamente ético se desarrolla a partir del reconocimiento de la subordinación y vulnerabilidad de las mujeres en el sistema capitalista/machista/colonial/opresor y de las múltiples violencias contra ellas. Lo cual significa , éticamente, un mandato de lucha, solidaridad, denuncia y compromiso para todxs (como lo propondría Levinas10). Por otra parte son numerosas las advertencias acerca de la intervención del derecho penal en ámbitos de las violencias contra las mujeres11.
Uno de los puntos en discusión reside en diferenciar,ante un himicidio, si se trató de un crimen relacionado con “odio de género” en lugar de la contemplada “cuando mediare violencia de género”.En la causa A.L.A. homicidio agravado por odio de género12 el juez explicó por qué se inclinaba por el agravante “odio de género” en lugar de la situación “cuando mediare violencia de género”.Sostuvo que la diferencia entre ambas figuras reside en que mientras el homicidio por odio de género fue integrado a las agravantes “motivacionales”, el femicidio en relación con la violencia de género puede considerarse “situacional” o “circunstancial” y se puede asignar a una índole objetiva como muerte de una mujer “en contexto de violencia de género”.(el juez se explaya largamente acerca de estos matices).La sentencia afirma: ”El hecho de que violencia de género a diferencia del odio de género no repara en la cuestión biológica de la condición orgánica masculina o femenina sino en el aspecto cultural de la construcción de roles derivada de las estructuras sociales de naturaleza patriarcal en las que un aprendizaje cultural de signo machista ha consagrado desigualdades sensibles entre una “identidad masculina” y un subordinado conjunto de rasgos inherentes a “lo femenino””.Entonces, para el juez, el homicida no cometió femicidio ya que mató por odio de género13. La sentencia se extiende en minuciosas descripciones e interpretaciones que ponen de manifiesto la dificultad que, desde la doctrina penal podria sucitarse en diversasos casos.
Desde una perspectiva psiicológica cabe precisar que la sanción penal que se aplique al femicida ocupa un lugar preferencial en las vivencias “de alivio” por parte de los familiares de la víctima, con rango psicoterapéutico. Puede ocurrir de manera distinta con sus hijxs. En cada situación es preciso discernir cuál será el proceso que les permitirá asumir su doliente e inexplicable situación .14
Las miradas previas al feminicidio
Prototipo del femicidio, Shakespeare lo narra en el Moro de Venecia. En la edición de BURÓ EDITOR15, los actos del final de la obra16 se desarrollan del siguiente modo:Acto V, escena II
Otelo: “Sin embargo, no quiero verter su sangre; ni desgarrar su piel, más blanca que la nieve y tan lisa como el alabastro de un sepulcro. Pero debe morir, o engañará a más hombres…” (Besando a Desdémona dormida)… ¡Quédate así, cuando estés muerta, y te mataré, y acto seguido volveré a matarte! ¡Otro más!(vuelve a besarla).
Otelo. “¡Aunque hubiera tenido tantas existencias como cabellos, mi apetito de venganza las habría devorado todas!” (…)
Otelo.“¡Es demasiado tarde!… (La ahoga, comenzando a estrangularla.)” Desdémona.¡Oh, injustamente, injustamente asesinada!Ingresa en la escena Emilia., doncella de Desdémona- ¡Ay! ¿Qué grito es ése!¡Horror! ¡Ay! ¡Si era la voz de mi señora!… ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Hola! ¡Auxilio!- ¡Oh, señora! ¡Hablad otra vez! ¡Dulce Desdémona!
Desdémona.- ¡Muero inocente!
Emilia. ¡Oh! ¿Quién ha cometido este crimen?
Desdémona. Nadie. Yo misma. Adiós. Encomendadme a mi bondadoso señor. ¡Oh, adiós! (Muere.)”
Diversos autores han coincidido en la descripción clínica de Otelo :sindrome de Otelo, delirio celotípico monosintomático17 asi como en la personalidad psicopática de Yago, el lugarteniente del Moro responsible por haberle inducido sospechas sobre la castidad de Desdémona a quien acusaba falsamente como adúltera. En algun estudio dedicado a la obra, realizado por abogados, Otelo seria inimputable puesto que en el momento del hecho no pudo comprender la criminalidad del acto debido a su patologia que alteraba su conciencia moral. La inimputabilidad es el argumento clásico operado por los defensores de los feminicidas, con o sin celotipias. La obra nos aporta un dato inesperado en boca de Desdémona quien procede según el mismo modelo que encontramos en algunas víctimas de femicidio : ante la pregunta “Quien cometió este crimen ?” en boca de Emilia, responde: “ Nadie. Yo misma. Encomendadme a mi bondadoso señor”. Una respuesta de una inconmovible y morbosa lealtad hacia el femicida que, más allá de las costumbres de la época y el sometimiento de aquellas mujeres, sugiere una relación vincular que podria diagnosticarse aplicando la psicopatologia y disciplinas psicológicas varias. En la falsía complaciente de la víctima se instaura un nuevo regimen del deseo, cuando el Lenguaje ”se hace carne”18 para proteger al uxorcida y culparse a sí misma en la inverosímil pretensión de haberse estrangulado por sus propias manos. Al haberla incorporado en su texto Shakespeare anticipa una variable que demanda atención..
En la actualidad esta respuesta ha sido proferida por mujeres atacadas y quemadas por el fuego que su compañero iniciara, ya fuese durante la agonia o bien durante el primer momento al recibir ayuda circunstancial.
Podria pensarse como un segmento invariante en la historia del femicidio doméstico y cotidiano. Abre las compuertas de un estilo de amor terrorista del cual quizas provienen estas víctimas , anudadas “por siempre” a lealtades impuestas en la perversidad de la convivencia. Se las encuentra sistemáticamente en las intervenciones que se realizan con mujeres víctimas de violencia famililar19. Lo cual no significa que sean “idénticas”,son diferentes, diferencias en la igualdad como solicita el feminismo filosófico. Traducen el daño mortal que la convivencia con un asujeto violento logra imponer en la subjetivación de estas víctimas.
La revisión del tema que estudia las muertes de las mujeres como efecto de feminicidios amplió la idea para incorporar la perspectiva de las muertes múltiples como “la quema de brujas” en Europa, el incendio de la fábrica de confección de camisas Triangle Waist Co. 2 de Nueva York el 25 de marzo de 1911 que causó la muerte de 123 trabajadoras de la confección.2021.
El antiguo teatro griego rescató subjetividades ceñidas a cada plataforma histórica y geográfica: así Ifigenia, destinada al martirio mortal, “elige” obedecer a su padre, Agamenon (que se debatia entre su amor de padre y su lugar como jefe de la flota griega) quien deberá sacrificarla en honor de la diosa Artemisa intentando lograr vientos favorables para que la flota pudiese partir rumbo a Troya. Ifigenia, en el texto de Eurípides recita un parlamento conmovedor donde explica cuan importante es cumplir con sus deberes para con su pais, Grecia , y alivia a su padre del homicidio impuesto. O sea, una víctima conciente ante sus deberes políticos. Por fin la diosa decidió salvarla e Ifigenia no muere porque en su lugar apareció una joven cierva para que se cumpla el sacrificio. Pero en el texto de Sófocles, referido al mismo mito, se comete el femicidio e Ifigenia es degollada. Éste sería un feminicidio atípico que, sin embargo comparte el común denominador de la mujer como víctima incanjeable (la cierva es un erzat de la joven mujer) y la dimensión ritual del hecho.22
El femicidio como sanción moral por adulterio fue inmortalizado por Dante Alighieri en Paolo y Francesca23 .La joven,casada obligatoriamente con el duque Malatesta se enamora de su cuñado Paolo y ambos protagonizan un romance que fue soprendido por el duque quien, ante el adulterio, atraviesa a ambos con su espada.Es ella quien le cuenta su desdicha24 al Dante (“…el hermoso cuerpo que quitado me fue, y de forma que aún me ofende”) quien conmovido por este amor e incapaz de separarlos los condena en el Infierno,pero juntos.Actualizada la historia de Ciudad Juarez y otras ciudades donde la acumulación de cadáveres se recorta en la crónica diaria, una detrás de otra, en la “basurización” de los cuerpos al decir de Jean Franco25 .
El femicida que anticipa y el que sorprende
Incorporo un testimonio26 que resulta de la experiencia en el Programa Las Víctimas contra las Violencias , Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación27 cuya creación tuve a mi cargo en el año 2006. A partir del año 2010 la amenaza comenzó a reiterarse:” Te voy a quemar viva!”. Al escuchar la angustiada voz de la mujer que reclamaba atención , las operadoras a cargo de los teléfonos que corresponden al número 137 registraron que distintas mujeres habian repetido la misma amenaza por parte de sus compañeros.
El Equipo Móvil 28 contra la Violencia Familiar concurrió al domicilio despues de cada llamado, pero en oportunidades la víctima retrocedia afimando:·”Me asusté, pero lo habrá dicho en un mal momento”, naturalizando la amenaza.
Así comenzó a suceder a partir del feminicidio de Wanda Tadei, cuyo compañero ,actualmente en prisión, intentó justificar el delito describiéndolo como un accidente. A partir de esa fecha se sucedieron feminicidios por incineración, asi como las amenazas de esa índole.En la emisión de esa amenaza, tal como lo propone Austin29 , el lenguaje no sólo cumple la función de describir la realidad, tambien es un creador de realidades y corresponde analizar las palabras acordes con el contexto ya que se produce ” una distorsión en el núcleo del análisis de la palabra como unidad y fuente generadora de sentido por si sola”. La realidad que genera dicha amenaza reside en la alteración emocional por la inducción al terror y puede constatarse en las verbalizaciones de la mujer que narra los hechos. Instala el feminicidio como anticipación de un acto posible y deseado por el homicida, del cual la mujer no podria escapar.
La amenaza , en si misma implica amedrentamiento al anticipar la comisión del delito y en oportunidades actua como alerta. El dato significativo reside en su aparición como modalidad comunicacional en situaciones de violencia familiar o doméstica, cuando el varón anticipa cuál será su procedimiento para matar.30
Ante la reiteración de esta índole de feminicidios el periodismo se pregunta si se trata de una”imitación” de aquel episodio;dada la complejidad de los mecanismos imitativos cabria pensar en una inspiración por parte de quienes actuan como feminicidas.
El femicidio que sorprende según la narrativa nacional se encuentra en el crimen de Felicitas Guerrero como fenómeno inexplicable en la clase social “alta” del Buenos Aires de 1872.
Felicitas, viuda de Alzaga tenia, entre sus pretendientes, a Enrique Ocampo quien le preguntó sin rodeos:¿”Te casas con Saenz Valiente o conmigo?” .En la residencia, la quinta de Barracas, se escuchó una corta discusión y allí, Ocampo “sacó de su bolsillo un arma-Le Forcher calibre 48- gritando :”O te casas conmigo o no te casas con nadie”.Felicitas trató de escapar por el jardín ,pero su pretendiente le disparó por la espalda. Enrique Ocampo se suicidó con la misma arma.31
Un feminicidio clásico, mediatizado por los celos y premeditado por su autor quien no podria sobrevivir sin disponer de la mujer codiciada. La crónica policial lo ha narrado repetidamente y Roberto Arlt retoma el argumento al escribir en El Amor Brujo :” Balder hablando con el Fantasma :¿”Te das cuenta? Me llama de ella algo inexplicable. En muchos momentos pienso si a esa mujer no tendré que matarla y matarme sobre ella.
Fantasma: ¿Cuando se te ocurrió esa idea?”32
El feminicidio justificado por la traición de la compañera ha sido materia de letras populares en nuestros tangos y milongas .Ivan Diez, en 1930 fue concreto: “Y luego, besuqueándole la frente,con toda educación,amablemente,le fajó treinta y cuatro puñaladas”. Edmundo Rivero, en 1963 musicalizó el soneto.
La cita de estas letras responde al fenómeno social que , en nuestros dias , complejizaria la difusión de determinados textos.
Maneras de decirlo
El cuerpo visible es lo que el femicida mata,pero no lo que ataca. Ataca aquello que para él es una verdad que lo hiere y lo sobrepasa ;necesita pertrecharse con una lógica de atrape que impida la huida de la presa. Habita otro mundo que le resulta normal y que le autoriza la excepcionalidad del deseo de matar,antiguo conocido que arde desde antaño en su manera de convivir con la mujer. No improvisa para acercarse definitivamente a esa verdad que siempre lo inquietó. Mata y ordena. Impone un orden para dominar esa verdad calibrada por un cuerpo de mujer .La verdad que para él es diferencia y origen. Mata porque él es el falo. Un principe en el mundo patriarcal donde el padre es señor y profeta.
Un femicida es un justiciero y un vengador, por eso su misión es ordenar aquello que la mujer ha desajustado. Los femicidas desatan la pulsión vengadora que el odio fogonea.
Aún pueden intercalar la imagen de su sacrificio cuando se suicidan a posteriori del feminicidio o intentan hacerlo.Esa última decisión proviene de un convencimiento anterior: “Ella me ha transformado la vida en un infierno, soy su víctima, este sufrimiento ha sido por su culpa”, textos que los autores teatrales imaginaron e incluyeron en sus obras.
Para el femicida resulta claro que estas mujeres muertas ya no podrán ser fecundadas, no podrán parir. No podrán generar la trascendencia que la fecundación define y que de la mujer depende.Debe asumir su desconocimiento, no sabe cómo es estar muerto. La muerte es ese nuevo objeto oculto en ella ; tambien en esto ella lo anticipa ,lo desconcierta y lo sobrepasa. Rabiosamente frustrado intenta alcanzarla cuando se suicida.
Para esos varones las mujeres son la madre, la prostituta y la muerte a la que convoca según odio, pavura y deseo.