Adolescencia y asombros

Selección del texto original, editado por la Revista del Ministerio de Educación, julio 1998

Selección del texto original, editado por la Revista del Ministerio de Educación, julio 1998.

Los adolescentes suelen ser impredecibles en sus comportamientos,circunstancia que marca una diferencia con lo que históricamente pretendió la escuela: que fuesen predecibles
Admitir lo impredecible de la conducta de la adolescencia actual indica la necesidad de modificar los paradigmas pedagógicos, hecho claramente comprendido por quienes en hoy en día tienen a su cargo el diseño de programas escolares ; que no es lo mismo que programar a los adolescentes.
Sin embargo existen quienes logran programarlos: son los productores de marketing que aciertan con las políticas de consumo a las que los adolescentes son capaces de subordinarse. Estos técnicos se posicionan en el territorio de la cultura adolescente y tienen el éxito que se evidencia en la contratación de conjuntos de rock o frente a la movida de los diseñadores de ropas.Cualquiera de estos temas atrapa a los adolescentes en general y resalta la distancia que en materia interés los distingue y separa de los estudios.
No obstante los adolescentes comprenden que deben estudiar : si carecieran de preparación les resultaría imposible o traumático subsistir en el mundo tal como éste se anuncia. La dificultad que ellos plantean reside en que no les gusta ese mundo al cual van a ingresar aunque les fascina la convocatoria tecnológica que les permite avanzar exitosamente en computación, en el manejo de aparatos eléctricos de todo tipo y también asomarse a la realidad virtual y a los infoespacios; pero los adultos que pueden proveerles dichas tecnologías -porque son quienes las compran-aparecen ante los ojos juveniles como «nabos» desactualizados.
A partir de esa descripción que ellos hacen de los adultos es difícil imaginar que entablen con sus profesores una relación regulada por la estima o el respeto; la pedagogía espera que los docentes mediante sus enseñanzas promuevan libido, expresión psicoanalítica que para este ejem plo se traduciría como energía o entusiasmo hacia el aprendizaje.
Aprender¿qué? Los adolescentes no acuerdan en cuanto a los contenidos que les disgustan si bien se definen desdeñosamente respecto de ciertos conocimientos; pero creo que el enfrentamiento con ellos pasa por otras latitudes, no sólo por la curricula .
Los adolescentes-con los riesgos que cualquier generalización implica-admiran a quienes logran crear tensiones capaces de desactivar el equilibrio social y cultural organizado por los adultos dentro del cual se aspira que ellos crezcan y se muevan. Alcanza con observar los tatuajes que eligen y la música que prefieren para reconocer el intento de zafar del orden cultural establecido.
Prigogine expone una tesis que puede avalar este anhelo adolescente cuando observa que, lejos de las situaciones caracterizadas por un equilibrio habitual surgen espontáneamente nuevos tipos de estructura que él denomina disipativas. Para que aparezcan es necesario inyectar energías en los sistemas, o sea, crear tensiones. Si asociamos este planteo con lo que puede suceder en las aulas, reconoceremos que las tensiones suelen ser provocadas por los alumnos, y no en calidad de creación disipativa, si por disipativo entendemos la posibilidad de hacer desaparecer una duda,o de desvanecerla; en todo caso los procedimientos de los alumnos se acercan más a la segunda acepción de disipar, la que corresponde al participio disipado: «entregado con exceso a los placeres y diversiones»
Pueden crearse tensiones creativas cuando lo que se explica o se les responde le produce asombro, fenómeno ligado al mayor o menor interés que pueda suscitarle determinado conocimiento; lo mismo ocurre con el modo de entablar diálogos con ellos debido al estilo que se utilice para enseñar: la rigidez fracasa y el acercamiento demagógico también.
Los adolescentes no tardan en darse cuenta del poder que tienen sobre los profesores que titubean antes de dar una orden o de marcar una directiva, o ante una docente que se desespera porque no logra que se construya la disciplina que ella ordena.Y advertir que se puede manejar a un profesor es el mejor camino para desatar violencias y desórdenes de diversa índole: el peor de todos es el que deja a los adolecentes a merced de si mismos, de sus impulsos y de sus pulsiones agresivas, subordinados a su necesidad de sobresalir ante sus pares.
En esas circunstancias se generan mecanismos de contrapoder que ellos gestan mediante el desborde de las pulsiones de apoderamiento que los conduce a apropiarse del orden que debe funcionar en el aula, y una vez que avanzaron sobre ese orden al que transformaron en propiedad , sustituyen el poder del profesor que regula la disciplina por el poder de ellos, que también deben regularla. Pero en vez de construír un proceso que desde otra lógica facilite el aprendizaje y la convivencia, se posicionan en el extremo de quien tiene la totalidad del poder,que suponen es el lugar del docente; se angustian pero no logran retroceder porque esa pulsión hostil los mantiene adheridos al ‘exito’ del desorden que generaron. O sea, se encierran a si mismos en dicha indisciplina de la que no saben cómo emigrar una vez puesta en marcha.
Esta descripción, que padece de cierto mecanicismo debido a la necesidad de contraer el texto, sintetiza la antítesis de las nuevas formas de equilibrio entre profesores y alumnos que puede construirse mediante el manejo de las tensiones creativas que resultan del intercambio dialogal . La mención de dicho intercambio podría interpretarse como una obviedad puesto que el mismo constituye el caracú del aprendizaje y su dinámica es conocida suficientemente. Lo que pretendo introducir es la dimensión del asombro y del desconcierto que producen determinados conocimientos así como el modo de responder a las paradojas que con frecuencia utilizan los adolescentes y que desconcierten al docente.
Es posible analizar el tema desde otra perspectiva mediante las denominadas técnicas de conversación ; éstas denuncian el deficit en la comunicación dialogal, ya que la comunicación entre los seres humanos se puede convertir en un «como si» .Se conversa mientras al mismo tiempo se mira la pantalla de la teve, por ejemplo; la simulación rige las conversaciones sin que quienes lo hacen tengan suficiente registro del hecho pero trasunta lo poco que interesa la persona con la que se dialoga.
Este fenómeno no es ajeno a la afirmación adolescente al evaluar algunas clases: «Me aburrro» que equivale a «No me interesa» y constituye la antitesis de la tensión creativa. La presencia de esta tensión genera un nuevo equilibrio y abre el espacio psíquico que la sorpresa les provoca y que precisamos para incorporar conocimientos.
Las técnicas de la conversación sostienen que la conversación es un procedimiento moralmente descriptible que permite crear una identidad derivada de su ejercicio.Al empalmar esta teoría con las prácticas psicoanalíticas pude constatar la eficacia de la producción de asombros asociada a una tensión creativa, ensayando encontrar un camino amable que anticipe y prevenga las intervenciones de los adolescentes cuando amenacen regirse por la agresión o la violencia.

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