Abuso sexual de niños: aprender a escuchar

Publicado en Clarin, 7 octubre 1997
Por Eva Giberti

La maestra escuchaba a su alumna de primer grado,y apenas se atrev’a a preguntar. Lo que la ni-a describ’a era horrible, costaba creerlo;; sin embargo all’ estaba la peque-a escolar, aportando detalles que, aparentemente, s-lo pod’a conocer por haber atravesado por las experiencias que relataba.
La se-orita record- la multitud de art’culos y libros que hab’a le’do acerca de ese tema, pero nunca se hab’a encontrado delante de una v’ctima de siete a-os. TambiŽn record- que hab’a asistido a cursos en los que algunos profesionales de la psicolog’a desment’an las afirmaciones de los chicos argumentando que se trataba de fantas’as que ni-os y ni-as inventan.
Ahora le correspond’a a ella hacerse cargo de su peque-a alumna:Àllamar’a a los padres paraa hablar con ellos? Dado que el padre era el responsable de la queja infantil, seguramente negar’a los hechos. Mejor ser’a recurrir a algœn servicio hospitalario. Pero Àcon quŽ motivo la dirigir’a hacia esos equipos especializados?
Esa no era,sin embargo,la duda mayor, sino:»Esta nena, Àestar‡ diciendo la verdad? » Una ni-a que transcurre varias horas delante del televisor digiriendo como puede algunas telenovelas, podr’a inventar escenas como las que su alumna describ’a, aunque en realidad, la ni-a aportaba otra clase detalles que no se ven en la pantalla chica…Claro, pero las nenas, actualmente, suelen hablar entre ellasÁ de cada cosa!Estas eran las dudas que la maestra organizaba para si,mientras miraba la carita p‡lida y tensa de esa nena que hab’a comenzado a contarle algo inesperado.
Pacto de silencio
El tema apunta a una de las dificultades m‡ximas que encontramos en el an‡lisis del abuso sexual: el testimonio de las v’ctimas.La validez jur’dica del mismo depende de la actuaci-n de los forenses pero antes de su intervenci-n, otros adultos escuchan los relatos ,en particular de las ni-as que ocupan regularmente el lugar de la v’ctima.
El testimonio es una categor’a que se pone en pr‡ctica para que la v’ctima translade a un c-digo verbal el recuerdo de los episodios vividos. Forma parte del genero narrativo en el nivel de relato. Una vez producido el testimonio,la palabra que lo sostiene adquiere valor de acto, porque no se trata s-lamente de una narraci-n, sino que arrastra una denuncia; la cual, a su vez, demanda una sanci-n. Suele ocurrir que la v’ctima hable con la esperanza de que su palabra limite las conductas del adulto que la agrede.
La ni-a a menudo posee un saber inconciente- a veces un registro conciente-que su palabra constituye una acci-n importante : presiente que est‡ rompiendo un pacto de silencio o una alianza impuesta por el adulto. Relatar lo que le ocurre es un modo de renunciar al silencio y comenzar a defenderse. Espont‡neamente articula la dimensi-n narrativa de su relato con la estructura de una denuncia, es decir,al hablar unifica dos ret-ricas que por separado no tendr’an la misma eficacia.
Pero, y Žste el punto de inflexi-n : la validez del testimonio depende de quien lo escuche, o sea de un proceso intersubjetivo y por lo tanto, de las transformaciones ps’quicas personales que puedan producirse en quien recibe la informaci-n.
Por lo tanto juegan las resistencias personales de quien tiene a su cargo esa escucha, cuando prefiere no creer lo que oye, porque deber‡ poner en cuesti-n sus convicciones acerca de la familia y del patriarcado. Como resultado de lo cual elige definir a la ni-a como mentirosa, histŽrica o mit-mana; de este modo se consigue que infinidad de abusadores continœen con sus pr‡cticas.
Otras veces ocurre lo contrario: quien escucha arriesga excitar su perfil voyeurista, espiador, y avanza preguntando detalles innecesario, con lo que logra humillar a la criatura, al mismo tiempo que satisface su curiosidad sexual . Otra alternativa es la que aparece cuando quien escucha queda apresado por la angustia que le produce el relato, y al mismo tiempo teme quedar asociado como c-mplice de lo escuchado. Las alternativas son mœltiples y conducen a la verosmilitud del relato y por lo tanto a la validez del testimonio.
Lo veros’mil depende del contexto, es decir, a quiŽn se le cuenta lo sucedido, en quŽ lugar la v’ctima se atreve a relatar , en soledad o en presencia de otra persona. El contexto incluye aquellos detalles que,.dentro del relato pueden parecer secundarios, como podr’a ser la ropa del abusador, la temperatura (hac’a mucho fr’o por ejemplo). Ello conduce a la teor’a del contexto que impone tener en cuenta si, formando parte de ese contexto,la ni-a incluye datos que informan acerca de abusos sobre alguna de sus hermanitas, o si repite algo que escuch- de lo sucedido a otra criatura..
Escuchar, en estas circunstancias, reclama la aplicaci-n de una tŽcnica ,al mismo tiempo que obliga a exclu’r toda clase de prejuicios . Para lo cual es preciso aceptar que 1) actualmente, los abusadores actœan en todas las ‡reas de la convivencia, 2) pertenecen a cualquier clase o grupo social, 3) mantienen amenazados a los chicos, 4) niegan lo que han hecho y acusan a la v’ctima. Por eso es clave adquirir el oficio de escuchar los relatos de los chicos; ellos crean fantas’as, pero en materia abuso sexual, los adultos son quienes usan a los chicos para poner en pr‡ctica las violencias que su placer sexual y su afan de poder necesitan.

Violencia.
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