Tradición y sentencias

Por Eva Giberti, publicado en el diario Página/12, el 7 de agosto.
Cuando tratamos de comprender lo inexplicable de algunos procedimientos jurídicos, una alternativa para entenderlos reside en rastrear la tradición.

Podria empezar citando la nutrida bibliografía internacional que relata como los violadores, los padres incestuosos, y los abusadores de niños y de niñas, sistemáticamente fueron y  son dejados en libertad o sancionados con penas benevolentes.
¿Y entre nosotros? Omito los datos del Buenos Aires colonial y avanzo  en  el   1800 según lo describe una rigurosa investIgación.
Al juzgado del Dr Iriarte llegó la denuncia de un vecino, José Martínez quien cuenta que dos niñas (8 y 10 años) que habian sido entregadas por sus padres a Juana Auriau para ocuparse del su  servicio doméstico  «eran torpemente explotadas por ésta entregándolas a una vergonzosa prostitución» .Las niñas,conducidas al tribunal ,contaron qué les hacían los adultos, describiendo su victimización  y concluyen :»Nos daban cinco o diez pesos y 100 o 200 a la patrona.»
Por su parte, Juana Auriau se descarga acusando a una de las niñas:»la habia visto en la calle con un vigilante que la solicitaba (…)y que en otra oportunidad habia visto a la otra niña y al retarla la niña le habria respondido que ella tambien queria hacer sus changuitas como su mamá.» El 27 de marzo de 1877,J.auriau quedó en libertad porque el defensor de pobres,Juan Passo,en ese momento defensor de la imputada sostuvo que los hechos no fueron fehacientemente probados.»
Otro hisotrial:una niña de 12 años,transladada desde Mendoza a Bs.As. a cargo de Rosa Moreno, de profesión rufina regenta del prostíbulo propiedad de Juan Sabaté. La rufiana queda en libertad porque «no se pueden comprobar los hechos» debido a que «la menor es colocada a disposición del defensor de menores y se pierde su rastro». En cuanto a Felisa Martinez, de catorce años,tramitada por la rufiana Angela Lasso, colocada en una casa de «buena familia»después de su rescate del lupanar,no se presentó a declarar y en consecuencia la rufiena -que habia sido detenida.quedó en libertad sin que se haya podido probar el cargo en su contra.»No obstante el Jefe de Policia anteriormente habia apercibido a la mujer porque hacia muchoa años ya que» ella se ganaba el pan solicitando la perdidción de las jóvenes».O sea, se sabia que contrataba adolescentes y niñas.Pero estas voces no se escucharon . La relación siempre se establece entre adiultos:los que entregan,los que explotan, los clientes,los que escuchan,los que sentencian,los que detienen.O no.
Rufianes, incestuosos y abusadores, todos en libertad por falta de pruebas,porque las palabras de las víctimas no constituyeron prueba .
Dadas las circunstancias actuales por las que atraviesan algunas niñas y niños ,quizás sea posible pensar que se ha conformado una tradición jurídica en materia  victimas de prostitución,de incesto y de abuso, alentada por algunos magistrados; lo cual  nos conduciria a  reconocer el respetuoso comportamiento dedicado a   mantener a tradición que sostiene , como paradigma, la anulación o el descreimiento de las narraciones que  niños y niñas víctimas aportan. No seria necesario que desde la posición de quien juzga se eligiesen los textos de  un autor estadounidnse ,Gadner para desestimar los relatos de los   niños y niñas (es una  perspectiva intanticida  que este autor utiliza como variable )   sino, revisando nuestra historia podriamos encontrar antecedentes.
Una  tradición no se construye fácilmente, es preciso contar no sólo con la decisión de unas pocas personas; precisa de varios componentes ,en primer término, persistencia. Con ella contamos: los sujetos que explotan sexualmente a las niñas conforman un universo en aparente desarrollo y crecimiento  que mantiene su actividad siglo tras siglo.
En  segundo lugar es necesario que la comunidad se mantenga indiferente  o se escandalice y haga estallar algunos volcanes que, según la oportunidad politica, se enciendan, inauguren o sostengan decisiones contra estas formas de corrupción. Más allá de lo,cual la costumbre continua   prostituyendo niñas y abusando de ellas en distintos órdenes.
Tercero: acompañamiento de mitos capaces de crear  principios destinados a circular  como verdades indiscutibles, por ejemplo «los padres quieren lo mejor para sus hijos» ,  «las necesidades sexuales de los varones precisan alivio» . La familia   que entrena a la niña para que sea explotada sexualmente cuenta con  las necesidades sexuales de los varones.La combinatoria de ambos mitos-me refiero a la deformación y derivación del sentido profundo de lo que un mito sea–cierra perfectamente y tranquliza a las comunidades que huyen de este saber. Las familias que aportan el capital de una niña para que sea prostituida no dudan de la eficacia de su elección para el futuro de la hija y de ellos mismos(sin eludir la pobreza extrema que regula algunas circunstancias).
Pero con estos componentes tenemos una costumbre isin llegar a  gestar una tradición. Para que ella exista  es preciso,que el hecho   sea  retransmitido de unos a otros   y de generación en generación. Esta parte ya ha sido  cumplida: se juzga  con descreimiento de   palabra de la victima niño o niñas  como en  1800.
Aún asi no alcanza para crear tradición Es necesario incorporar el sentido filosófico de lo que se transmite , el cual conlleva el reconocimiento de la verdad de lo transmitido, de allí la fuerza y la importancia de las tradiciones.Asi lo creia Plotino( filosofo griego)  que la considera una garantia de seriedad, en cambio Aristóteles la pensaba desde una posición crítica.
La Teologia incorporó la idea de «la verdad revelada» que circula de boca en boca de la cual se imaginan poseedores quienes descuentan que el ejercicio del derecho los coloca en ese camino A partir de allí, «saben» que no se puede  creer en lo que dicen los niños y las niñas víctimas, porque si  se  les creyese, las victimas serian los adultos tan solo por  haber ejercido aquello que la costumbre sostiene.»las necesidades sexuales de los varones…»Al fin y al cabo ejercitadas en niños y niñas proporcionadas como material de uso por sus padres si de prostitución se trata. O descuidados por sus padres si de abusos se trata.Y si de incesto hablamos, al fin y al cabo el padre es el padre y siempre es mejor tener un padre que no tener ninguno, de modo que se debe suponer que la niña inventa la violación.
Las que se eligen como verdades y de ese modo son transmitidas de generación en generación se inscriben como tradición, incluyendo mitos, consensos, complicidades y persistencias cronológicas,
Quizás algunas sentencias que actualmente horrorizan a un sector  reflexivo de la comunidad provengan del afanoso ejercicio destinado a  conservar las tradiciones que el Buenos Aires del 1800  habia recibido de una Europa experta en desconocer  las voces de niños y niñas víctimas. Claro que servir a esta   tradición me autoriza a preguntarme si no existirá alguna sintonia moral entre  quienes la cultivan  y los violadores y abusadores que precisan silenciar las palabras de los niños y las niñas víctimas.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *