Una versión de ese texto fue editada en el libro Restitución de Niños, Abuelas de Plaza de Mayo; Eudeba;1997
En 1988, la restitución de dos púberes, hijas de desaparecidos, produjo una conjunción de hechos políticos. Ambas formaban parte del caudal de niños secuestrados durante la dictadura (1976-1983); una de ellas había nacido durante el cautiverio de su madre y la otra había sido secuestrada cuando tenía ocho meses de edad.
Como resultado de los trámites de restitución, una de ellas vive ya con su familia de origen y la otra permanece con quienes la adoptaron y recibe las visitas de sus familiares directos
El estilo que utilizaron los medios de comunicación para informar acerca de ambas historias y de los episodios que acompañaron a la restitución, se caracterizó por poner de manifiesto dos posiciones encontradas: quienes prefirieron ser mesurados y aquellos medios que prefirieron lo contrario.
Las historias de las dos púberes aparecen signadas por el mismo procedimiento llevado a cabo por los adultos que habían actuado hasta ese momento como padres, en particular por las madres. Recurrieron a los medios con la intención de modificar la situación legal . Quienes se asumieron como adoptantes llegaron a los medios de comunicación como si a través de ellos pudiesen desafiar a la justicia y además convencer a la comunidad acerca de sus derechos.
De este modo se produjo una investidura superyoica de dichos medios y algunos llegaron a descalificar la solicitud de restitución y a solicitar que no se llevase a cabo. Los medios de comunicación son investidos por la comunidad,en forma de público,con características superyoicas: aquello que se escribe en los periódicos o se dice por radio o se emite por tevé, cuenta, por principio, con la credibilidad y la estima del público. Esta realidad se complejiza cuando los criterios que se juegan entre distintos medios se oponen unos a otros.
En algunos medios se produjo un mecanismo de inversión respecto de estas criaturas secuestradas y entregadas ilegalmente,por las fuerzas de seguridad ,configurando un delito. En la época en que estos procedimientos se llevaron a cabo,los medios de comunicación no podían- o no querían- alertar acerca de estos secuestros.
En cambio,frente a las restituciones actuales,los adultos que se habían hecho cargo de las niñas recurrieron a los medios denunciando lo que estimaban una injusticia, pretendiendo sensibilizar a la comunidad en contra de la restitución.Pero sin recordar cuál fué el origen de esas criaturas,siempre separadas violentamente de sus madres; algunas, siendo bebes in utero, no pudieron eludir los efectos de la electricidad transmitida mediante la picana con la que se torturaba a su madre.
Estos datos son los que recogieron algunos medios de comunicación, para recordárselos al país,pero otros prefirieron omitirlos.
El obligado silencio de la prensa acerca de los desaparecidos protegió la maniobra de innumerables adultos que fingieron adoptar niños cuyo origen desconocían, o no; fraguaron su identidad y los incluyeron en sus familias como criaturas abandonadas.De manera que ya fuese por omisión o por exacerbación,los medios no estuvieron ajenos al tema.
La toma de posición de los medios de comunicación acerca de «lo que debería hacerse con los hijos de los desaparecidos» frente a las demandas de las familias de origen,multiplica y modifica el espacio superyoico que ellos suscitan ; entran en sintonía con el imperativo categórico que recorta «lo que se debe» de «lo que no se debe», aquello que «está bien » y aquello que» está mal»
Una de las posiciones afirma que los niños deben permanecer con las familias que los criaron,porque a ellas pertenecen. De este modo pretenden aniquilar el recuerdo y la memoria de lo sucedido para popder adjudicarle a esos adultos el derecho de disponer de la vida de una criatura víctima de delito.
El proyecto produjo una deformación del imperativo categórico : se denunciaba como improcedente la decisión judicial de restitución a la familia de origen, cuando en realidad la denuncia debió haberse instalado ante el secuestro de estos niños o arrancados de sus madres en cautiverio.Esas criaturas eran parte de otros delitos llevados acabo contra sus padres,es decir, sumaban sobre sí, delito sobre delito.
Se generó entonces un imperativo categórico, capaz de desconocer las normas consensuales y los principios del derecho y se prefirió el refugio en las frases que tipifican a los contenidos del imaginario social :» Es preferible los chicos se queden con quienes los criaron no les hace bien separarlos de quienes los cuidaron.» O bien :»Bueno, fué algo terrible, pero ya pasó.No vamos a comenzar de nuevo.ya está, que se queden con los que las chicas conocen como sus padres «. Cualquiera de estas expresiones lleva la marca del imaginario social, de los estereotipos y las creencias que potenciaron el sentimentalismo de numeroso público.
Esas púberes aparecen ante la opinión pública como las hijas de quienes las criaron; de ese modo se las percibe y un significativo sector de la comunidad no logra reconocerla como víctima, como hija robada a una mujer indefensa que deseaba manetenerla consigo. Estas púberes disponían del derecho de las víctimas; si se las mirase,se las percibiese en esa dimensión, la comunidad defendería sus derechos a la restitución. Pero varios medios de comunicación trabajaron en contra de lo que debía ser un proyecto ético,es decir, restituír.Con los recaudos psicológicos, preventivos y asistenciales que cada historia reclamase.
Las virgenes, victimas sacrificiales
El lenguaje popular-incluyendo el lenguaje de los medios- prefirió hablar de ellas denominándolas las niñas, cuando en realidad eran púberes.La diferencia no es gratuita:dos púberes equivale a dos vírgenes lo que facilita el deslizamiento inconciente que repica en los mitos arcaicos,que autoriza dicha asociación. Las vírgenes forman parte de los cuerpos seleccionados para instituírse en víctimas sacrificiales,propiciatorias .Se trata de algo no-dicho pero que no escapa al análisis del tema:son mujeres que suscitan una curiosidad específica relacionada con el pasaje de la niñez a la adolescencia.
Todas estas criaturas, víctimas, construyeron la categoría de víctimassacrificiales que las diferencia de quienes son víctimas de accidentes. Se las reconoce formando parte de un proceso histórico en el cual sus padres fueron descalificados por la dictadura y cuya desaparición constituye un delito que aún no ha sido castigado. Y que un significativo sector de la comunidad pretende olvidar.
Por lo tanto estos niños arrastrarían un doble deficit : el que se les adjudica por ser hijos de gente descalificada por la dictadura, y el que les compete en lo personal, porque si se reconoce su presencia sería sumamente difícil olvidar de dónde provienen: del terrorismo de Estado.
Las dos caracterizaciones, analizadas desde la estructuración de los mitos,los convierte en víctimas propiciatorias ya que «tienen algo raro y diferente» en relación con otros niños.Ese » algo raro y diferente» es la condición específica para crear dicha categoría .
(…)Dejar a estos niños en manos de sus apropiadores sería, realmente,transformarlos en víctimas reforzando la victimización original.Este mecanismo respondería a la estructuración de mitos que precisan chivos expiatorios ; y mantenerlos en manos de sus apropiadores sería un modo efectivo de expulsarlos de la ciudad, como se expulsaba a los chivos expiatorios, que , de acuerdo con el mito, se llevaban consigo el mal . Otra lectura permite proponer de manera diferente el planteo : expulsarlos de su vida con los apropiadores implicaría incluírlos en sus familias de origen es decir, ajenas al mal que significaron los secuestros y las desapariciones. .mantenerlos con los apropiadores se los expulsa del derecho y la justicia.Eso era lo que promovían determinados medios de comunicación,pretendiendo proteger psicológicamente a los niños.
Un párrafo de Girard es esclarecedor:»La víctima se manifiesta como encarnación de la violencia de la crisis interpretada como sacrum malo y disociador, pero metamorfoseado por la expulsión en algo aún peligroso, que sería más benéfico y constructivo siempre que se lo emplease en el lugar adecuado y en cantidades precisamente medidas. Sólo los sacerdotes o los iniciados pueden practicar esta delicada operación.» El lugar adecuado estaría dado, para muchos, por la familia denominada adoptante, que tendría su cargo el cuidado de estas criaturas » aún peligrosas» debido a la posible «herencia» que provendría de sus padres .(…)
Hasta aquí una interpretación. Otra interpretación mostraría a estas niñas y a estos niños como aquellos que ahora serán separados de sus padres, con lo cual se crea una imagen investida por la piedad que dimana desde el Yo de quien lee los periódicos o escuha los mensajes de los medios.
El Yo de cada persona del público y el Yo de algunos periodistas, se transforma, a su vez, en víctima del dolor que estas restituciones les provocan.
El narcisismo no tolera el juicio traumatizante que esclarece:»Esta niña fué robada y separada de su familia legitima;la comunidad no lo impidió» .Ese juicio traumático queda subrayado por la decisión legal :»Devolver, restituír esas criaturas dada la ilegitimidad de la apropiación», frase insostenible para la mente porque no sólo vulnera la pulsión de apoderamiento sino que genera una contradicción respecto de la eficacia de la justicia. Oponerse también significa desestimar los ideales de dicha justicia, ideales deformados por la necesidad y los deseos de esquivar y desconocer lo que sucedió durante el terrorismo de Estado, al mismo tirempo que desentenderse del juicio traumatizante.
Los medios de comunicación, al describir reacciones y sentimientos de la comunifddad, al mismo tiempo los construyen y entraman en una red de relaciones y prácticas sociales que, a su vez, crea condiciones de circulación y producción de nuesvos sentidos alrededor de un tema.
Para ello precisan incrementar la información que facilita la circulación de datos con los que, a su vez, se resignifiquen sentidos acerca de la vida de esos niños. Se produce una realimentación entre loque se produce en los medios y el imaginario social, nutriéndose recíprocamente.
En este imaginario,la figura de la mujer que adopta(y de la apropiadora que como sabemos, no adopta sino que se apropia) y que ocupa el lugar de la madre adquiere relevacia social al ser identificada como «la madre»,representante de la «maternidad» , expresión idealizada y exasperada de las conductas maternas.
El público,abroquelado en esas frases, siente un desgarro profundo cuando se advierte que la ley está por ‘desmadrar’ a una mujer que crió a determinada criatura. Lo que no se logra incluír en las representaciones de ese público es la imagen de la madre real, que engendró a esa criatura acompañada por el amor de un padre que tampoco podrá conocer a esa o a ese hijo o hija.
Las abuelas
Padre y madre desaparecidos intentan ser borrados, sistemáticamente de la representación comunitaria.(…)El desorden que significa la aparición de las familias de origen,para quienes deseaban mantener a los niños con sus apropiadores,y así» terminar de una buena vez con las cosas que pasaron» , abre el paso a la vigorosa figura de la abuela ,que surge con características temibles por haber avanzado en territorios de lo prohibido : preguntar por los desaparecidos, acusar por los delitos cometidos y mantener ,sin retrocesos, la batalla por los nietos.
El tratamiento que les otorgaron los medios las posicionó como victimarias de las familias que estaban a cargo de las criaturas.De este modo contribuyeron con la construcción del mevcanismo de invesrsión, es decir, capaces de producir males y merecedoras de la antipatía poñular.. Así pasaron a jugar un papel intercambiable con los verdaderos victimarios.
Incorporar la figura de la abuela,repudiada por varios medios de comunicación, y además tratar de imaginar a los niños restituídos conviviendo si éstos los hubiesen adoptado desconociendo su origen, exige un espacio psiquico nuevo para valorizar la situación imprevista en la que se encontrarían los chicos.Demanda un esfuerzo de memoria, nuevos niveles de abstracción que los medios no coadyuvan a producir, dado que sus técnicas informativas , editoriales y de divulgación precisan simplificar y reducir los matices que refinan los procesos cognitivos.
Las defensas psiquicas que se proponen contra las restituciones operan contra el juicio traumatizante que evidencia el robo que padecieron estos niños.prefieren convertirla en :»niña-en- riesgo-de- ser-secuestrada – ahora-mediante-la-restitución.» Escena anticipatoria de otra escena,tal vez la más temida por parte de los adoptantes : el momento en que alguien(los padres del origen) pudieran reclamar al hijo adoptivo.
Diversos niveles de análisis
En este punto es preciso discernir los niveles de análisis: los adoptantes que no tienen que ver con este tema, sienten ese temor como una vivencia fantástica, acompañada por fantasías referidas a robo del niño que adoptaron.(Temor de que se trate de una criatura robada a sus padres). Es improbable que así haya sucedido si se realizaron adopciones legales.
En cambio, esta escena temida , cuando se trata de apropiadores, anticipa la posible -y aterrorizante- presencia de las familias de origen, de donde realmente fueron arrebatadas estas criaturas. Esta escena temida tuvo, como pudo comprobarse en los hechos, su contrapartida ensayada in mente : «Si vienen a reclamarla, recurriré(mos) a los medios de comunicación»; lo que equivale a :»Haremos el escándalo que sea necesario». O sea, los medios de comunicación al servicio de una presión importante, en espera de actuar sobre la decisión judicial.
La eficacia de los medios se asocia con la escena temida, así como el valor simbólico que logran implantar a través de la difusión de informaciones y editoriales. Funcionan como el coro de la dramaturgia griega, comentando,festejando o lamentandose por lo que ocurre con los protagonistas de episodios que comprometieron la vida y la muerte.(…)
La confirmación de la falsedad respecto del origen,así como la revisión de algunas adopciones legales que fué preciso llevar a cabo,produjeron severos cuadros de angustia, y aún de paranoia en innumerables familias adoptantes que seguína los avatares de las restituciones a través de los medios.Era comprensible que así sucediera, pero el tratamiento que los medios propiciaron alteró innecesariamente la vida de familias ajenas al problema(…)
Los medios de comunicación funcionan como resonadores y consructores del imaginario social y de la creación y circulación de sentidos,asi como de su recomposición y resignificación
En estas redes – y para el análisis de este tema- se oponen dos versiones de la familia: la familia de los desaparecidos que reclama a la criatura, y la familia de «los otros» que pretenden representar «el bien» y «el orden» . La dialéctica entre ambas indicaría, de acuerdo con los planteos de los medios, la necesidad de sepultar el recuerdo de los desaparecidos y expulsar fuera de la memoria su historia personal . Y por otra parte, retener sus productos, sus hijos rehaciéndolos , neutralizarlos culturalmente resp0ecto de su «potencial genético» que se evaluó como sospechoso.(Para la dictadura,los detenidos políticos, no eran personas.Entonces podía pensarse que quizá transmitiesen esa ausencia de condición humana a su prole).
Imaginar la reeducación que precisarían los engendros de la subversión, implica que los apropiadores debieron reunir , conglomerar en sus pensamientos ,contenidos de corte apocalíptico : «Los padres de estos chicos querían destruír la civilización occidental y cristiana», deseo que quizá se transmitiese a esos descendientes, matiz que sin duda existió en quienes se hicieron cargo de estas criaturas.Lo que no permite distraernos en lo que hace a la desconfianza que quizá tiñó parte del vínculo .(…)
Esta índole de análisis no se difundió en los medios ;lo que ellos produjeron apenas rozó tangencialmente la tragedia padecida y el gobierno constitucional tampoco fué un socio sufcientemente eficaz para las Abuelas.(…)
Es necesario criticar los procedimientos que algunos jueces utilizaron para llevar a cabo las restituciones .Ignoro cuál hubiese sido el mejor modo de hacerlo, pero el estilo con que se abordaron no siempre fué el apropiado, en cuanto a las exigencias psicológicas que implicaban para ambas niñas; y en lo que hace a la prudencia necesaria para mantener la discreción y el secreto profesional frente al periodismo.(…)
Frente a estas situaciones se prefiere,por razones de economía psíquica , «dejar las cosas como están» ;esto fué lo que sucedió, agravado por la política de algunos medios de comunicación para quienes, los chicos restituídos quedaban posicionados como denunciantes de todo lo que ellos habían callado.
Los sectores politicos más comprometidos con la dictadura utilizaron el descubrimiento de la identidad de estas criaturas para agitar sus postulados reaccionarios y para propiciar la exhibición de las partes en conflicto -incluyendo a las púberes- en los medios de comunicación.
Más allá de la imposición despótica que marca la apropiación,esas criaturas continuarán mirado a quienes suponen sus padres(aunque bajo sospecha inconciente) con los mismos ojos de los desaparecidos. Y esa familia «bien» que los cría según sus pautas, acompañada por los periódicos que continúan sirviendo a la dictadura,permanecerá sin saber qué decir cuando los chicos y las chicas les pregunten: «Dónde estaba yo antes que me trajeran a esta casa?». O volverán a mentir. Esto es lo que propiciaron varios medios de la democracia que supusimos rescatada.