La falsa inscripción del niño, la necesidad obtura al deseo

Los riesgos que-en materia construcción de su subjetividad – corre la criatura así inscripta , si los adoptantes mantienen esa política de apetencia y necesidad del niño-objeto-para-su -satisfacción , bordean la aparición de personalidades «como si» , con una psicopatología centrada en lo ficcional de sus comportamientos.

Son criaturas a las que se les obtura su derecho de desear como sujetos, porque para poder desear como quien cada uno sea, es preciso ser. Estos adoptivos están lesionados en su ser original debido a la perentoriedad de esa apetencia parental que le fué impuesta. Esta circunstancia no necesariamente habrá de coagularse en una desdicha estructural que volcanice la existencia del adoptivo ,incendiándolo sin remedio; pero informa acerca de quienes lo criaron, de las personas con las que convive.
La relación entre ese hijo y sus padres ,las configuraciones vinculares que componen su mundo relacional se conviertan a veces en una fachada que encubre un vínculo vacuo , inconsistente, con apariencia de comunicación parental- familiar. Aquello que comenzó con el imperio de la necesidad y las «ganas de» puede finalizar en la robotización de quien cuenta con méritos y capacidades que lo diferencian de una máquina inteligente.( Maldavsky D., 1997 y Giberti E. 1997).
Esta manera de vincularse no es específica de las adopciones ; se la rastrea en otros modelos vinculares que describen el desencuentro entre padres e hijos.Lo que sucede en el modelo que describimos es que la ilegalidad de la inscripción y la elección que conduce a estafar al canon provisto por la cultura , añaden a la interacción familiar un componente de astucia que los padres difícilmente logran reconocer como peligroso : ellos satisficieron su necesidad de tener un hijo y lo demás no cuenta. En «lo demás» se entorna la puerta que los adoptivos no podrán transponer cuando intenten reconocerse como descendientes de un origen que les pertenece . Entonces estos hijos advierten que la astucia parental careció de reflexión para preveer el futuro filial. En esta circunstancia no hubo ética del deseo en juego, sino la búsqueda hedónica de una satisfacción que fuera capaz de paliar el intenso dolor de la concepción imposible.
Las necesidades cubren el espectro de la comida, el abrigo, el sueño, el descanso, todo aquello que se entiende como calidad de vida dentro de los ámbitos de nuestra cultura. Son equivalentes al apetito y tienden a ser satisfechas cuando se alcanza el objeto, la cosa que colma esa necesidad: en ese lugar es posicionado el hijo adoptivo por estos padres .Esa satisfacción conduce al placer por tomar una decisión sin atravesar por un conflicto ético cuando se plantean dudas o paradojas.
Los adoptantes que adoptan de manera ilegal son paradigmáticos de esta posición : ellos pretenden- y logran- satisfacer su necesidad de hijo sin pensar en los efectos que dicha ilegalidad tendrá en un futuro sobre el destino de ese niño, cuando su deseo lo impulse a saber cuál fué su origen, ya que las adopciones ilegales borran todo rastro para un rescate posible del mismo ( al hablar de rescatel no quwremos decir que ello implica que los adoptivos busquen concretamente a su madre del origen, sino que sueñen, imaginen hacerlo, salvando por lo menos, el nombre y el lugar de nacimiento de esa mujer).El deseo en sentido platónico y hegeliano se asocia con la autoconciencia o conciencia de sí, autoconciencia de saberse sujeto :es el punto en el cual la carencia de datos y de posibilidades para obtenerlos limitará la autonciencia estructurante de sujeto .
Es posible distinguir entre apetito o necesidad de hijo destinado a satisfacer el vacío personal que puede sentir un adulto estéril, del deseo de hijo como aspecto conciente de la autoconciencia parental que apunta a acompañar a una criatura en su desarrollo , aceptando las diferencias que pudieran aparecer entre ellos , dado que ese niño comenzará por indagar acerca de origen del cual el adoptante estuvo ausente .
Diferenciamos este deseo concebido en términos de autoconciencia , del deseo regido por la pulsión , el deseo de lo inalcanzable y lo incolmable ,como lo concibe el opsicoanálisis , que no se ciñe a desear un hijo, sino que abarca en su complejidad la vida toda del sujeto y no solo su relación parental.
El deseo , en cualquiera de sus vertientes, tiende a transgredir aquello que ha sido impuesto por la norma; pero en su versión asociada con la autoconciencia es capaz de reflexionar .reflexión que permite soportar la transgresión en el límite y gestar la propia norma, instituírla para sí, en la dialéctica de la autonomía , sin que ello signifique afirmar que «el deseo es todo». La autoconciencia es la que marca esa frontera sin desoir la voz del deseo como transgresor.
Si la norma conduce a la adopcion legal,en cambio la necesidad de hijo lleva a transgredirla inscribiendo a un niño concebido por otros en la libreta matrimonial de los adoptantes. En cambio, cuando lanecesidad de hijo se impone , pero la autoconciencia conduce a no transgredir , encontramos a quienes inscriben legalmente, aunque mediante los escribanos . O sea, el deseo que ha sido capaz de inducir reflexión en el nivel de la autoconciencia , indicó que más allá de la necesidad, «mejor recurrir a la ley» en este caso representada por los escribanos. Pero se trata de una ley intermediaria ya que es frecuente que estos trámites encubran deficits procesales.
La necesidad, el apetito de hijo fué sustituída por una representación legal, el escribano, que aparece cuando el deseo de hijo adoptivoadvierte la transgresión que implicaría una sustitución de identidad (delito para la ley) si se inscribiese como concebido por los adoptantes .
El tráfico con niños ,paradigma de sustitución del deseo de hijo adoptivo por la necesidad de hijo
La costumbre tiende a satisfacer la necesidad de quienes no pueden concebir «consiguiendo» una criatura mediante diversas modalidades; una de ellas es traficar. Mediante este sistema se «obtienen » niños con mayor celeridad que la podría esperarse de los trámites jurídicos.
Se procede según dicha necesidad cuando no es posible tolerar las limitaciones de los tiempos tribunalicios ya que éstos provocan displacer y a veces sufrimientos .Ante la imperiosidad de su exigencia , que actúa como presión psíquica displacentera, adhieren a procedimientos delictivos que aniquilan el tiempo de la espera legal. Es poco probable que los adoptantes que siguieron este trayecto sientan o admitan que han delinquido; no reconocen haber violado la ley porque se escudan tras la hipótesis que postula la ventaja que esa adopción le traería al niño, además de la inmensa felicidad que significaría para ellos.
La concepción ética que sustentan aisla los mandatos de la ley de la figura de un recién nacido ; no asocian a esa criatura con un ciudadano o ciudadana , al mismo tiempo que se conceden a sí mismos la autorización para hacerse cargo de un bebe que no concibieron porque consideran que su desdicha es lo suficientemente importante como para que se les excuse cualquier maniobra. Estiman que esa desdicha los convierte en excepcionales lo cual les otorgaría derechos que de los que otros carecen. (Freud
Los modos de traficar son múltiples y oscilan entre quienes pagan miles de dólares a los agentes distribuidores de niños, hasta quienes se limitan a «pagar el parto» según afirman en la consulta. En el medio de ambos , qienes ejercen función de almas nobles e intervienen para que » una buena familia» se ponga en contacto con la muchacha que quiere desprenderse de su criatura, trámite que realiza para mayor gloria de dios- según su creencia- y sin recibir dinero. Son diferentes formas de la ilegalidad en las que se incluye el robo de niños.
Aunque no es posible poensar en un ser humano en condición de mercancía, ése es el efecto simbólico cuando se canjea a los niños por dinero, convertidos entonces en valor de cambio. Por su parte, quienes cobran por esta actividad argumentan :»Gano dinero y además hago feliz a una pareja y alivio a la chica que lo tuvo » , en un singular abordaje de la eticidad. Una vez que la criatura ha sido canjeada por dinero, ¿cómo transitará desde su condición de plusvalía social a su calidad de sujeto de deseo? Una vez que se ha pagado por él, el niño se incluye en un imaginario que lo cosifica de donde su función como hijo estará regulada por la necesariedad, por ser necesario para sus padres, y les devolverá, en espejo, esa calidad en la que fué inmerso.
Al intermediar con dinero los padres le pagan a un tercero excluído , aquél o aquella que » consiguen» al niño y no a un tercero incluído, el Estado mediante sus leyes que sólo cobrará lo que algún sellado o fotocopia indique.
Mediante estos procedimientos se bloquea la posibilidad de que el adoptivo pueda conocer su origen, ya que la mujer que lo entregó se sumerge en el olvido.El hecho no es ajeno al interés de los adoptantes que precisan contar con dicha la ausencia inapelable : ellos son quienes rechazan toda información acerca de ese origen . Inauguran la ilusióndel hijo concebido por ellos, aunque decidan informarle que es adoptivo : la ilusión se transforma en fantasía de falsedad puesto que el dato concreto figura como inscripción en el registro civil.
La ilusión de los adoptantes busca sustituír la realidad, para ellos insoportable fracasado el intento de concebir ,pero el deseo de concebir se mantiene y es el que genera dicha ilusión como exigencia destinada a satisfacer el proyecto previsto por ellos. La inscripción ilegal del niño completa un circuito que comenzó imaginando un hijo,que continuó con la evidencia de su imposibilidad y al decidirse a adoptarlo sin mediación legal , generaron la ilusión sustitutiva de hijo propio.
A partir de allí sostendrán que «es lo mismo» haberlo adoptado legal que ilegalmente, e insistirán en que no se producirán consecuencias, o sea, producirán una creencia . Sin embargo día tras día se enfrentarán con lo que no es, experiencia por la que también atravesará el niño.
La ilusión aparece acompañada por una vivencia omnipotente :»Yo lo conseguí, yo pude tenerlo más rapido que otros / as» y se aposenta en mecanismos de negación de la realidad.
El niño que resulta de este procedimiento fué arrasado de su historia para ingresar en el estatuto de una cosa que se canjea para obtener la satisfac ción de la necesidad de los adoptantes. Reproduce el orden del esclavo ,pero con la diferencia – y ventaja- para los pueblos de la Antigüedad, que ellos sí creían que los esclavos eran cosas comprables y vendibles.
En este ejemplo está comprometida la ética del deseo a punto tal que no podemos enunciarla, pero sí aparece otra índole de ética, de corte fundamentalista , que discierne entre lo que está bien y lo que está mal a partir de la discriminación de otros. La discriminación recae sobre la mujer que gestó al niño, ya que es a ella a la que los adoptantes se niegan a registrar como la progenitora del hijo ; es decir, generan un mecanismo de exclusión social.O sea, estas prácticas se inscriben en la categoría de las violencias sociales contra el niño.
Los adoptantes- tendríamos que deliberar si se los puede denominar de ese modo- ponen en juego la ética hedonista del : » hago porque quiero» y encuentran argumentos que estiman válidos para defender su decisión.El trabajo profesional con ellos se enrarece cuando las interpretaciones de lo que les sucede , comienzan a diseñar la negación -y a veces la desmentida- respecto de su imposibilidad para concebir y la sustitución de esa imposibilidad por una ilusión de hijo biológico.
La respuesta inmediata es de rutina y se la encuentra también en quienes adoptaron legalmente: «Para nosotros es lo mismo que si lo hubiesemos tenido(concebido) » , es decir, la defensa psíquica busca su reaseguro verbal ; cuando se trata de adopciones ilegales la respuesta intenta » esclarecer » a la terapeuta para que no crea que esa ilegalidad protagonizada por ellos podría tener relación con los trastornos del hijo. En oportunidades uno de los dos padres reconoce lo que denominan «el error que cometimos» y pueden recrear las escenas que poblaron los vínculos tempranos con el hijo, cuando lailusión de hijo biológico era persistente y constituyente de ese vínculo.
Comprenden que la ilegalidad del procedimiento encubría la pretensión de borrar a la progenitora del niño , suponiendo que de ese modo en él no existiría deseo de conocerla .O sea, decidieron a propiarse del deseo que el chico pudiera tener acerca de esa mujer «Si no se sabe nada de ella, ella no existe,luego no habrá busqueda».Pero habrá deseo por parte del niño como lo evidencia su insistencia por conocerla.
Ellos gestaron la imposibilidad,imaginando que esa imposibilidad anularía el deseo del chico, sin suponer que lo inalcanzable es motor del desear . Transformaron en imposible lo que para otros niños- adoptados legalmente- es posible(saber quién era la progenitora). Y de ese modo consagraron el deseo al tornarlo definitivamente imposible de ser realizado. Ellos gestaron un imposible que no era el imposible que le hubiese «correspondido» al niño si él hubiese podido saber de dónde proviene. El intento de apropiarse del deseo del otro, por parte de los adoptantes , construye una figura aciaga para el niño, quien desde el vaciamiento de su origen concibe a su madre del deseo que nace calibrada por su anhelo de saber .
Es posible que el niño no alcance a conocer lo que pudiera desear, pero ese desear lo conducirá-o le permitirá vivir- según ese deseo que lo estructura(aunque no lo conozca) , sin depender exclusivamente de las normas -o expectativas- que los adoptantes imaginaron las mejores para su estructuración como sujeto.Esta dinámica del desear no se circunscribe a los adoptivos , pero en ellos el desplazamiento del origen y su adecuación a la familia que la ley les elige , crea enigmas y zonas de ambigüedad que tiñen su modo de desear(ver capítulo ) . No es posible afirmar si esa circunstancia influye en su producción ética , pero a la luz de los procedimientos a los que se recurre en la adopción , sí podemos analizar variables particulares de la ética del deseo. Ello se debe a que los adoptivos son aquellos que quiebran o se desentienden de las normas a las que podrían adherir por origen para incluírse en las pautas que los adoptantes le inculcan. Sin embargo , la progresiva lealtad a los orígenes que advertimos en los adolescentes adoptados (ver capítulo ) permite conjeturar la probable aparición de nuevas formas de eticizar los vínculos entre adoptantes y adoptivos, iluminando un horizonte poblado por los rastros del origen.

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