de Patricia Knopf y Silviana Mansilla
Editorial Lumen, Bs.As. 2008
Transcurren las páginas, una tras otra y el asombro ilumina una mirada nueva sobre la vida
A pesar de los años vividos, y de aquello que nombramos como experiencia, lo que este volumen narra primero estruja el alma y progresivamente se desbarata la lógica de lo que una sabe y conoce, para descubrir, capitulo tras capitulo cuan poco sabíamos acerca de los niños, de las niñas, de los hombres y de las mujeres.
Los nombres de los protagonistas nos conducen hacia circuitos nuevos, lejanos de todo aquello que habíamos transitado para inaugurar la evidencia de lo que otros tiempos quizá se hubiese denominada milagro, pero actualmente reconocemos como fervor imbatible, como decisión inalienable y como esperanza revolucionaria. La esperanza siempre anuncia revoluciones. Cada página se alza cantando, resoplando y agitando los sentidos de quienes pintan, bailan, cantan o ejecutan instrumentos
No hay titubeos, solamente confianza que desafía diagnósticos y pronósticos eruditos: quienes cuentan este libro saltaron el horizonte y todos juntos, Leon, los chicos, las docentes y los padres ensayaron y lograron andar por la vida desde otro paisaje, creado exclusivamente por ellos. Contra todos. Contra todo.
En las distintas páginas es posible reconocer el perfil de las consultas médicas, algunas perfiladas en la ternura que sus pacientes promovían, otras, menos entusiastas, habituadas a creer solamente en lo conocido y habitual. Paulatinamente los médicos tuvieron que ir aprendiendo de estos extraños personajes que cantan, escriben, pintan y bailan porque cuentan con alas. Singular y extraña anatomía ajena a los textos académicos. Desordenante de los saberes consagrados, estos protagonistas, todos ellos, regularon sus vidas mediante la alegría que aporta la fe en lo que cada quien cree acerca de si mismo. Por eso, algunos, que pintan hacen cantar a los colores como si fueran palabras, otros inventan espacios exteriores donde había ausencia de cuerpos destinados a recorrerlos: el cuerpo no está pero si la voz que desde los espacios interiores crea la realidad sostenida por la música.
¡Qué fácil seria afirmar que es un grupo de personas voluntariosas , empeñadas en avanzar y resistirse a sus penuria iniciales!. De esa índole de esfuerzo sabemos bastante, innumerables personas han vivida esforzándose y triunfando sobre sus dificultades físicas.
Lo que aquí sucede es algo más, son las historias de artistas que, como tales, precisan su público, sus ensayos, sus exposiciones y el soporte de la admiración que la producción artística despierta.
Como todo artista, no importa si hombre, mujer o transgénero, es posible que alguna vez hayan sentido miedo, porque la presencia del público atemoriza. Son los otros que miran, escuchan y analizan, no solo el arte que convoca sino las figuras de quienes interpretan. Esas presencias que siempre generan un titubeo al nombrarlas porque parecería obligatoria definirlas como personas con capacidades especiales o algún equivalente, son las que podrían distraer del contenido artístico que ofrecen. De allí que, sabiéndolo o imaginándolo, refinan sus prácticas y su arte porque esos sonidos y esos colores y esos movimientos tendrán que tornar olvidable, secundaria y prescindible la evidencia física de cada uno y de cada una. Para dejar espacio a las alas paradojalmente notorias e invisibles que conducen las vidas de quienes protagonizan este libro
Y en el cual no solamente no están solos, sino han contado con las compañeras profesionales que colaboraron en el revoloteo de esas alas que precisaban el impulso social y el cuidado amoroso que aporta la confianza y el desafío. Compleja tarea, de esas que a veces desalientan y menguan el entusiasmo, porque cuando es preciso repetir, reiterar y volver a repetir un ensayo, temiendo que no se pueda alcanzar el acorde armonioso, la duda se enciende; hasta que la esperanza la apaga.
Esta conjunción de desafíos, esperanzas y corajes ensamblados, tuvo en Leon un socio, modesto como lo conocemos, e insustituible. Sociedad imposible sin el esfuerzo de aprender, dia tras dia, cómo se dibuja de una manera diferente, como se baila en sillón con ruedas, cómo se afina una voz o un instrumento, cómo se tantean los colores, cómo se sueñan los pentagramas que no pueden leerse.
Tal como escriben las autoras y compiladoras:»En este libro hay historias de vidas extraordinarias» Añaden:»Sus vidas hablan de creatividad y de los esfuerzos que exige decidir ser dueños de sus destinos.» Palabras mayores en tanto y cuanto vinculan lo extraordinario con el destino y, enfrentándose con aquello que parecía haber sido escrito como inamovible: «este niño o esta niña son discapacitados», sobrevolaron la marca física terrenal porque contaron con sus alas. Que dicho sea de paso, inventaron sin pedir permiso, decididos a demostrarse aquello que quiso Schiller en su Oda a la Alegría, corrigiendo a quienes plañen lamentándose por sus destinos:»
¡Oh, amigos, no con esos acentos!»
A pesar de su capacidad diferente, Beethoven, sordo, pudo escuchar ese mensaje:
» ¡Entonemos cantos placenteros
y plenos de alegría!»y escribió el magnífico Coro Final de la Novena Sinfonía:
«¡Alegría, hermosa chispa de los dioses…
Gozosos, como los astros que recorren
los grandiosos espacios celestes,
transitad, hermanos,
por vuestro camino, alegremente,
como el héroe hacia la victoria.
¡Que ese beso alcance al mundo entero!»
Son estos protagonistas quienes impulsan la hermandad en la Alegría, festejando el triunfo que hoy les permite hablar de su victoria, trascendiendo el cuerpo terreno y el destino que ha tropezado con estas Alas.