Adopción: ¿esperar que pregunten? Un ejercicio de crueldad

Síntesis de un capítulo del libro «Adopción para padres», de Editorial Lumen.

Cuando, durante la entrevista, los padres, afirman no saber qué decir ni cómo ni cuándo, la técnica que propuse y que revisé durante 30 años , recomienda «ensayar»‘ con ellos la narración que utilizarían, es decir, tratar de construír un Relato desde la perspectiva parental.Durante ese diálogo surgen las preocupaciones concientes y en paralelo se transparentan los conflictos inconcientes que los padres no logran asumir y que en oportunidades, ni siquiera registran como tales. Con frecuencia están asociados con problemas entre los miembros de la pareja o con la propia infertilidad.
Algunas veces la pareja acepta la intervención del profesional que señala esta situación y asume mantener entrevistas que les permitan avanzar en el tratamiento que se puede dar a dichos conflictos; en otras oportunidades subrayan que están preocupados por el hijo adoptivo y que sólamente les interesa enterarse acerca del mejor modo de informarle acerca de la adopción.
Cualquiera sea la decisión que tome el profesional ante estas alternativas que acabo de plantear-y que no son las únicas-, si decide acompañar a esta pareja durante una serie de entrevistas para preparar la exposición del Relato, lo fundamental reside en tener en cuenta que dicho Relato no puede desgajarse del mundo simbólico que construyen y que incorporan los adoptantes y los adoptivos.
(…) El Relato reclama una adecuación acorde con distintas variables : estado de ánimo de los padres, recordar cuándo se decidió adoptar y por cuáles motivos, posición de los abuelos al saber que el niño sería informado, observación de los juegos del hijo, recuerdo de las preguntas que éste hubiese hecho alrededor de nacimientos cercanos, es decir, aquellos signos que orienten respecto del registro del que pueda estar disponiendo el chico en determinado etapa de su vida.
Entonces, cuando los padres recurren al profesional en busca de una fórmula o receta , distorsionan la concepción del Relato porque deforman los ejes que soportan su creación y su aplicación y lo subordinan a una tesis instrumentalista: «sirve para». No comprenden que el Relato es un resultado de una teoría, con su doble momento:descubrimiento y justificación y surge cuando se implican una teoría, un método y el estudio de diversos aspectos de la cultura de la adopción.
Esperar que el niño pregunte: un error que persiste
Una confusión semejante es la que padecen numerosos profesionales que, ante la propuesta de aplicación del Relato, inmediatamente se ponen en guardia y responden:»Hay que permitir que los padres asocien libremente, y no ofrecerles un relato,porque de ese modo se les bloquea la posibilidad construír la propia narración». O bien:» Si se les ofrece el Relato es lo mismo que darles una receta.Yo prefiero trabajar con ellos para que ellos mismos confeccionen lo que le van a decir al hijo.» Es decir, o bien no conocen la fundamentación del Relato( que ocupa varias páginas en el libro La Adopción),o si la conocen eligen ignorar la descripción escrita ,revisada y editada hace años,no obstante lo cual deciden adjudicarse la invención de una técnica de elaboración de un relato llevada a cabo junto con los padres omitiendo que esa técnica fué creada junto con el Relato , a fines de la década del 70.
La complejidad del Relato,cuyos contenidos están diseñados como soporte de lo que cada familia pueda decir, está muy lejos de la temida receta que algunos colegas no pueden dejar de relacionar con dicha narración.Por otra parte, el origen de la palabra receta no explica el descrédito que actualmente se le otorga en los textos que se dedican a temas psicológicos: su etimología se refiere a «cosas tomadas para hacer medicamentos»(recipere) y cuya raíz latina deriva de concipere, que equivale a contener, derivado de» tomar algo o coger algo» y «recibir»como su complementario en el origen idiomático. Suponer que una receta se caracteriza porque sirve «para todos» o «para todo» implica no discernir entre aquellas sustancias que se utilizan para realizar la receta y la aplicación de la misma; crear una receta significa aportar una fórmula que combina determinadas sustancias respetando determinadas proporciones. El éxito de una receta reside en 1) demostrar su efectividad al ser utilizada por sujetos diversos y en situaciones disímiles(como sucede con la aspirina). O bien 2) demostrar su especificidad :sólo es efectiva frente a determinadas patologías (como ocurre con el carbón en las alteraciones intestinales).
El análisis de la composición de las recetas, y del recetar excede la intención de este libro y reclama el aporte de especialistas;pero es útil pretender ajustar el lenguaje que se utiliza para opinar respecto del Relato.
Suponer que desde la técnica de entrevista de orientación, la clave reside en mantener a ultranza el criterio de la libre asociación,sin marcar concretamente algunos deslices de los padres, indica confusión entre los niveles teóricos por parte de los profesionales. Por ejemplo, cuando los padres dicen :» Nosotros pensábamos decirle que la madre murió y por eso lo adoptamos», continuar escuchando la organización de ese invento, admitir que ésa es la demanda de los adultos, sin señalarles su necesidad de incorporar la muerte en alguna parte, lo que podría estar sinificando que es la madre adoptiva la que se siente «muerta» por no poder engendrar arriesga transformar la asociación libre en el recorrido de un engaño.
¿Por qué dedico espacio a este aspecto de la aplicación del Relato, que parecería corresponder a las discusiones entre profesionales?Debido a la reiterada presencia de padres que describen su desazon y su malestar a posteriori de consultas con profesionales que, ante la pregunta :»¿Como le digo ´la verdad´ al nene?» describen su entrevista diciendo»Me escuchó, hablé todo el tiempo de la consulta,pero no me aclaró nada. Me dijo que yo tenía que esperar que el nene preguntara.»
Esta es una respuesta prototípica de quienes no disponen de experiencia clínica o psicoanalítica en el tema adopción: depositar en el chico-que no es su paciente sino un ausente en la consulta en la que se habla de él-la responsabilidad de «abrir el juego» para demostrar su interés en el tema y exponer alguna fantasía conciente o no-conciente.
Se lo posiciona en un papel protagónico activo destinado a marcar los parlamentos de los demás actores -adultos-que forman parte de una escena que ellos construyeron cuando el niño no podía intervenir .
Esperar que pregunte significa desconocer la teoría que funda la existencia del inconciente: si admitimos que existe un saber inconciente,por parte del niño, que registra el»ruido»(vivencia de extrañeza que no logra concretarse en palabras) que existe en la comunicación entre él y sus padres , es poco probable que, teniendo tres o cuatro años intente verbalizar la vivencia que lo inquieta.
Máxime cuando su saber inconciente -que no le aporta datos concretos – pone en jaque los vínculos con sus padres.
Insistir en que sea el niño quien comience a interrogar acerca de lo que los adultos hicieron con él, desde su nacimiento en adelante, no se justifica desde la apelación a la demanda (que sea él quien exprese lo que siente y solicite ayuda); porque fue colocado en esa situación en ejercicio de un poder reconocible , a cargo de quienes lo engendraron, de quienes lo adoptaron y de la Ley que legitimó los avatares de su historia.(al reconocerlo como niño que necesitaba ser adoptado, es decir, cuya identidad de origen sería sustituída por otra).
Insistir en la demanda como si se tratase de cualquier niño que no se atreve a preguntar algo, supone que todo lo que acontece desde el parto,el nacimiento,la estadía en el hospital donde nació, la posible colocación en el programa de Amas Externas(en la Capital Federal)hasta que se efectivice la guarda, y otras alternativas semejantes, supone, digo, que no se inscribirían de manera inconciente en la historia de sus primeros días de vida.
Si admitimos esta dimensión de la vida humana, esperar que «el niño pregunte» pretende que los adultos se recuesten en la complejidad de un psiquismo infantil que está empeñado en elaborar los efectos de experiencias tempranas que otros adultos -a veces también los adoptantes- generaron para él.
Se supone que los chicos podrán comenzar a interrogar(¿acerca de qué?) cuando sabemos que las respuestas lo conducirán a saber que él es otro, que sus padres no son quien él creía que eran y que en alguna parte existe una mujer que lo guardó en su panza.
Esperar que «el niño pregunte» ,actividad que supone una actividad intelectual y una decisión que compromete la capacidad de desear por parte del chico, significa exigir que el niño se desaloje a si mismo de la pasividad que resulta no sólo de su edad, sino de encontrarse en la situación de quien solo pudo aceptar ser tratado como sujeto de intercambio y pasaje entre dos culturas(la cultura de la carencia en su origen y la cultura de la adopción).
Si eso que se considera «la pregunta del niño que pregunta» según la recomendación que pretende ser técnica,consiste en enfrentar a su mamá adoptante e inquirir si estuvo en su panza, desembocamos en la lógica de la crueldad. ¿Por qué?
Porque interroga esperanzado y anhelante para que la palabra materna verifique su deseo de haber estado allí (algo acerca de lo que sin saberlo concientemente, duda); entonces se encontrará con la respuesta de su mamá, que, sin pretenderlo,utilizará la lógica de la crueldad al explicarle, coyunturalmente y alejada de la intimidad que el Relato sugiere,que»él estuvo en otra panza». Es decir, la crueldad es la que lo define como ajeno corporalmente a ella, cuando ese niño esperaba que su madre lo rescatara de su saber inconciente.
El episodio no figura en los indices de los traumas insuperables: no se trata de magnificar estos hechos, pero si advertir acerca de la posibilidad de introducir una experiencia negativa e innecesaria en la construcción de los vínculos familiares. En particular tener en cuenta cuándo y por qué los adultos esperan que los chicos se hagan cargo de responsabilidades que éticamente les corresponden a quienes son sus padres.
Cada vez más los adoptantes están dispuestos a dialogar con quienes los acompañan profesionalmente, y también a aportar la consistencia de sus propios criterios. Insisto en este aspecto porque el acompañamiento insuficiente o erróneo en la tramitación de la información acerca del origen, puede perturbar el equilibrio de un grupo familiar organizado según la cultura de la adopción.
El Relato que describe el momento del encuentro entre el niño y los que serán sus adoptantes, legitima un modo de estar en familia, según las características propias de estas familias . Y permite que el adoptivo se convierta en dueño de su origen, es decir, que se aposente en un territorio que la ley le garantiza: el derecho a su identidad.

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